Tuerto Rey - Poesía y alrededores

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Mario Arteca
/ Poemas de Hotel Babel (inédito)

[II]

En silencio, durante un largo rato, surgió
un cómo. Y cómo el desprecio es la quinta
parte de un objeto entre paréntesis, denso,
entre dos murallas donde volverá a triunfar
una humanidad oscura, a punta de un poder
más fuerte que el que fue derribado.
La ventanilla mojada, y sin emitir sonido,
era todo lo que parecía tener frío. En alguna
parte temblaba, casi no podía mantenerme.
Entonces bajó del auto y se dirigió, metido
en la lluvia, hasta los orígenes de la playa. |
Se detuvo debajo de un árbol, y se quedó
allí durante mucho rato importante. Por fin,
lo seguí. Su pelo y su rostro, mojados.
La lluvia caía hasta las comisuras de los labios.
“Tendrás que elegir entre el niño o yo.”
Lo estamos vislumbrando: es absurdo vivir
en este mundo, si se pusiera en entredicho
los límites de la testificación. El derecho
excluye los motivos del contenido, pero
es aún mejor poblarlo con más víctimas.
Querido paquete ontológico: lo más doloroso
será creer que les irá mejor sin nosotros,
así como están, sentados en un sillón,
todos con su requisa de uñas cortadas al ras.
Llamala como quieras, pues sólo se trata
de una disculpa. Fui un hijo no deseado
de un matrimonio real, imitación infierno.
En fin, lo que me priva del reposo es
la incapacidad de limitarme. Después
entré en la cocina, dando un rodeo a causa
de un charco de café, y me enfermé.

 

[IV]

Sangre fría para volver a la mirada.
Eso. La mirada que paraliza y obliga
a fruncir el ceño. Y un ceño que
hace menear, él lo sabe, la cabeza.
La muerte, el cachivache programado
recorriendo el cuerpo y un catéter
que nada retrasado en argumentos;
sólo penetra. Revueltas las células
nada sirve con inadecuar el pinchazo.
Donde la sangre se enfría comienza
la vista a corregir la mirada. Célula
madre. Pasta celulosa en la piel
de quien escribe. Todo esto ocurre
-aclara y tacha Stanislaw Lem-
cuando la probabilidad es el bastón
con el cual el ciego busca su sendero.
Una mirada donde encontrarnos
entre formaciones rocosas.
Pregunto si sabemos de dónde
venimos. Calárla de reojo, anuncia
Ajens, pronunciado ayyyéns
por mí, aunque aclarado-tachonado
por lenguas trasandinas como ágggens,
y más aún observada desde el ansia
hasta el píloro, porque tal persona
se reprocha al mundo cualquier auge
de índole técnica. Esa forma
en la que se propone personalizarlo
todo (“contrataré a un detective
para que descubra de dónde
proceden tantas mujeres.”) Corte,
amigo, decía, porém o triste
é que cabeças inocentes rolam.
“Le deseo a usted y a su conciencia
una buenas noches”. Eso es todo.
Desde que se marchó no pude
repetir ciertos ejercicios faciales.

 

[V]

Después pasaron cinco años.
Antes, me arrastraba a una pelea
donde todos los golpes eran permitidos,
y darme al mismo tiempo por tocado.
Y bien, mi palacio es mi lugar donde
sentirse bien, pero no es el caso: estoy
a medio minuto de dormirme parado.
Eso es posible, si el que quisiera vivir
para siempre respete el secreto
de la persona contigua. “No me apaga
la necesidad de seguir buscando", dice
una mayoritaria Chicha, con la certeza
de que para llegar a la verdad siempre
se necesita un mediador. Después
pasaron diez años. Una palabra se había
fijado en mí, hundida en la super-
abundancia: simulering, pronunciada
en el Festival de Poesía de Rosario
de 2005 mediante Jan Erik Vold,
y por interpósito Enrique Moya.
Una frase certera está movida
por dos fuerzas a la vez. Experiencia
la primera; imaginación más tarde
(“simulering…”). Muy bien, dista
mucho de ser preciso, porque
en vez de trabajar lo único que
pudo lograr es el tono justo para
hablar. Y ese alguien era yo. Después
pasaron treinta años. En ese momento
las cosas sucedían tan a trasmano
que se ofrecían en reversa. Primero
imaginación; enseguida experiencia.
No importa el orden con tal que
se empiece siempre por la primera.
Por ende, me sentía desintoxicado,
como si hubiese utilizado el día
entero en administrar el trabajo ajeno.
Al dar un paseo por el interior del
Clarion Collection Hotel Folketeateret,
alguien advertía sobre la presencia
de dos seres arrasados por los celos.
Lo que parecía simple amputación,
sólo se trataba de un enfoque indirecto.
El Parque de Vigeland hacía que no
me comunicara con nadie el resto
del día. Por eso aquellas almas quedaron
a punto de ser, como un loco haciendo
esgrima con la sombra del pie, en el hueco
de un ascensor, cuando debiera estar
desayunando consigo mismo. Y lo que
no pudiera decir de esta manera
lo diría de otra. Tomé impulso una vez,
dos veces, cientos de veces. Después
pasaron muchos años, miles de ellos.

 

[VII]

Desde el centro hacia las vías se observan
túmulos, sobrantes de una expropiación.
Ese es el corrimiento profundo, cuando
entra en detalle una mole metida entre
los ventanales de la estación General
Roca, muerta a pedradas por los hijos
de los expulsados en los noventa.
La mayoría circulan hipnotizados
frente al ciclo de pudrición de rieles
y durmientes. Para quien ocupa un sitio
determinado, existe más de una forma
apiñándose hasta derretirse y devolverle
al lugar un tono, ya neutro entre lo mítico
y lo ético, al revés también, por donde
se lo mire. A veces, admite una presencia
incógnita que no era del todo bien recibida.
No debo tomar, sin embargo, este intento
como inútil. Era apenas una punta
que traspasó la frontera de lo admisible.
Ahora por esa calle la vista es regia,
como si hiciese falta recordar cuánto
menos necesita el tiempo para acomodar
su ojo al desprecio zonal. Lo decía
Peter Nádas: “la imaginación es
el único elemento de vida que asegura
el tránsito más allá del abismo.”

 

[X]

En efecto, también se interesa
por la temporalidad. Eso.
Por interés se mueve,
y por aprehensión, intuye.
Y además opta, a la hora
de escribir, por una escritura
en imágenes, la única,
según Bergson, capaz
de sugerir la duración.
(Debarcadero) Recuerda
la parábola de Jabès (la de
la vida de una persona…):
que la vida de una persona
puede contenerse en dos frases
o en dos páginas (Nació en…
Murió en…): “…Murió en…
Nació en…”. Sí, pero ¿entre
el grito de la vida
y el grito de la muerte?
(y enseguida: “Ha sido
incomprendido”… “Ha sido
insultado sin merecerlo
…”), para inmediato comprobar
que cualquier persona, como
endecha de la historia, puede
ser insultada sin merecerlo.
Entre el grito de la vida
y el grito de la muerte.

 

[XIII]

Se plantó y dijo: “aunque
tuviera que costarle la vida,
no le dejaría quedarse a solas
con nadie”. Entonces se aferró
a sus hijos, al lado de su esposo.
Y bien, si durmiéramos todo
el tiempo posible, no cabría
la mínima de luz para unas
cuantas linternas encendidas.
Y así decidimos ponerle fin
a tanto desorden imaginario;
y también, por todo concepto,
no habrá más diferencia entre dar
y perder. Detrás de cada rodilla
puede verse eso y un insólito
derroche de luces. Desde
el momento en que la espera
debe tenderse hacia el otro, hay
que arribar siempre con retraso.
Una fórmula, como un anuncio.
Igual que soplar botellas, etc.
Si ahora estuviera en el mar,
el viento sería un pueblo
de sirenas contestándose
de un barco a otro, y de ese
modo restablecer una guardia
en alta mar. Al fin y al cabo,
lo que después seguí oyendo
era un poco de todas
las lenguas de la tierra.

 

[XIV]

Unos personajes con morrales quiteños
llevan de distintivo tornillos de cabeza
chata: la cuña que los arrrima espera
tres modos diferentes de escandir el sitio,
donde antes pudo escarbarse su género
cierta persona bigotuda y cuya parte curva
desde la nariz hasta la barba, semejaba
un zapato de mujer. Uno percibe cosas
en el lenguaje, ni bien cae en la cuenta
del funcionamiento de la cultura. También
de otras, para las que uno ha nacido,
y siquiera mira. La primera vez que entendí
qué significaba alguna cosa, fue en 1977.
Vivía la vida como una oferta que siempre
estaba llegando. Por eso, la mayor influencia
en mi vida fue nacer. Luego comenzó
la dictadura y estuve ahí, bajo los escombros
de silo de madera de los años posteriores.
Y aún después, los años del infierno puro,
dije al Servicio de Noticias el 25 de octubre,
a las 4.06 PM. Veintisiete grados Celsius
(27°C). Escobillones barrían esos gatos.
Y más tarde: “cuando uno llega a una ciudad
así, todo comienza a parecer increíble.
Las paredes todavía grises por la enemistad
del tiempo, siempre echando ruinas,
y donde lo posible era una vieja partitura
para invertebrados. Pero fue una experiencia
maravillosa. De chico amaba el paraíso
psicodélico de ciertas canciones anómalas,
descentradas, con su aire de demonios pegados
a la cabeza de un alfiler. Más tarde quise pintar;
y como no supe hacerlo comencé a escribir.
Así conocí a quienes se presentan como
la versión doblada de una misma frase
sin sonido. Y como en la adolescencia,
no darlo todo era darlo todo por sentado”.
(Más tarde, identifiqué a aquellos a los que
mi padre me advirtiera quiénes eran. Siempre
retengo esos nombres. Vivieron en un casa
durante algunos años, y mucho después
se retiraron. En todo caso, eran sólo manchas
confusas en forma de bola cuya proyección
es un tracto de tinta china. Ahora se recortan
en negro, sobre el fondo gris claro de un cielo
barrido por la niebla). Teléfono.

 

Mario Arteca

Mario Arteca

Mario Arteca (La Plata, 1960) es periodista radial y gráfico. Publicó: "Guatambú" (Tsé- Tsé, 2003; Cascahuesos, Arequipa, Perú, 2011), "La impresión de un folleto" (Siesta, 2003), "Bestiario búlgaro" (Vox, 2004), "Cinco por uno" (Vox, 2008), "Cuando salí de La Plata" (CILC, 2009), "Horno" (Al Margen, 2010), “Nuevas impresiones" (La Calabaza del Diablo, Santiago de Chile, 2010) , "La orquesta de bronces" (Goles Rosas, Mar del Plata, 2010), y en 2011 “El pronóstico de oscuridad” (Bajo la luna). Figura su trabajo en las antologías: "Jardim de Camaleões" (Iluminuras, San Pablo, Brasil, 2004); "Actual Triantología argentina, peruana y brasileña" (Homúnculus, Lima, 2004)); "Naranjos de fascinante música" (Libros de la talita dorada, City Bell, 2005), "Pulir huesos" (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2007. Compilación de Eduardo Milán), "Antología de la nueva poesía argentina" (Perceval Press, Santa Mónica, CA, EE.UU, 2009), "Traverseés. Une anthologie de poètes nés en Argentine entre 1960 et 1978" (Editions Apogeé, Rennes, Francia, 2009), "El verso toma la palabra. 33 poetas argentinos de hoy" (Homoscriptum. Universidad Autónoma de Nueva León, Monterrey, México, 2010.), "Neue Argentinische Dichtung" (Luxbooks.latin, Berlín, Deutschland, 2010. Traducción de Timo Berger) y “Otro río que pasa. Un siglo de poesía argentina contemporánea” (Bajo la luna, 2011. Compilación de Jorge Fondebrider, y selección de Tamara Kamenszain, Mirta Rosenberg, Jorge Aulicino, Fabián Casas, Diana Bellessi, entre otros). Colabora regularmente en Diario de Poesía (Buenos Aires), Mandorla (México-Illinois), Mar con Soroche (Bolivia-Chile), Ruido blanco (Ecuador).
En diciembre de 2010 fue invitado por la Fundación Pablo Neruda a participar del ciclo Antología en movimiento, consistente en reportajes públicos a escritores.
Fue parcialmente traducido al inglés, alemán, francés y portugués.

Sitio personal: http://mario-sketchbook-mario.blogspot.com.ar/