Raquel Sinelli
/ Poemas de "El tiempo suspendido"

La muerte del hijo

 

Era su seña, su bandera.
El lugar donde él nació fue su patria.
Él estaba y un orden sagrado regía sus vidas.
Él estaba, podía tocarlo,
con palabras, con gestos mínimos.
Ese puente no iba a ceder, nadie caería al abismo.
Así vivieron, juntos en los primeros años, separados después.
Reían, confiados en esa distancia elegida, uno de cada lado.
Ahora, ella está parada en un extremo
y un agua parece querer llevarla
mientras sigue su rutina y busca su voz,
los matices de su voz,
que vuelven y la llaman
y  la traen de este lado del mundo.


 

Final del día

 

A la ventana de la habitación de la clínica
llega recortada la luz roja del atardecer.
El sol se pone luego de un día que empezó lluvioso
y ahora se despeja.
Vemos apenas
restos de una  luz intensa , un fuego breve;
el mismo que estaba al final de la calle
cuando también nosotros
éramos el paisaje.

 
El  álbum

                                   

             A Norma Etcheverry


La que ahueca su mano izquierda
en el borde de la mesa
y con la derecha arrastra las migas y las junta
repite un gesto antiguo.
Modos de ordenar
ese mundo pequeño que luego volverá a desordenarse.
Un gesto copiado cuando no sabía
que copiar era armar el álbum
con figuras repetidas
y alguna difícil de encontrar.

Canción de cuna

Sin que ella me vea
la miro jugar.
La veo balancearse, inclinar la cabeza,
abrazar un muñeco, su cuerpo de tela,
hacer un hueco
donde otro  pueda guardarse.
La escucho decir en tono suave
palabras de una canción.
La veo y lo que sé sobre el tiempo,
el amor, los cuidados, los desgarros del amor
todo queda en silencio
en el marco de esa puerta.

Naturaleza viva

Pelaba la manzana.
Con manos arrugadas
hacía movimientos circulares, precisos.

Las tiras de cáscara
caían sobre el plato blanco
y rápido, oscurecían.

No miraba lo que hacía;
solo separaba trozos pequeños
distraída, como si nada más hubiera.