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Genoveva Arcaute
/ Prólogo y poemas de "Partes del Simbionte"

Prólogo de Partes del Simbionte
por Sofía Di Scala

“De tan clara que soy no soy ninguna” resuena el poema y los ecos de Ulises se confunden con el canto de las sirenas. “La punta de las letras” se convierte en la yema de los dedos que moldean el lenguaje como arcilla y las palabras cambian de textura, transforman su densidad: de lo sólido a lo gélido, de lo líquido a lo etéreo.

En el costado oscuro de la luna habita el simbionte cuyas partes estallan en una musicalidad dodecafónica, donde todo convive al borde del abismo. La poesía de Genoveva Arcaute, que contiene la furia de un grito silencioso, construye sus propios espacios y líneas de fuga, se refugia en numerosas formas.

“Rapsodia de percepciones” dice uno de sus versos. Aquí es el cuerpo el que sabe. El que pone entre paréntesis a la mente, la deja en minúscula: “Al este del ceño, pájaros y peces dragos y serpientes /mientras del oeste, todo raciocinio, sintaxis, cordura”). Lo que el cuerpo sabe es que está hecho de límites, por eso la escritura logra permanecer del lado de lo posible aún cuando “nunca se terminede escribir el día”. La de Arcaute es una poética del estallido que conoce los juegos secretos del lenguaje y la creación de nuevas formas de vida. Partes del simbionte es una colección de intensidades escrita por una artesana minuciosa de la palabra.


Soy tan clara que ya no soy ninguna
He abierto mis venas pero no me morí,
las completé con agua que viaja
con más menos oxígeno, a gran velocidad,
refresca mi cerebro, aliviana mis piernas
-esas cosas que hacen nuestros cuerpos-
Transparente soy y no me ven:
yo hablo, no me escuchan,
yo pregunto y no responden.
Entonces venís al lado mío y tu rostro
lleno de semánticas ocupa el vacío de mi invisibilidad.
Licenciada en cristales, frágil como cáscara de huevo.

¿Es que perdí mi lado oscuro,
mi siniestra mitad mi mano izquierda,
mis pies de fuga, mi grito de capricho?
Conseguir una negra catadura para el alma
un desprolijo viento en mis orejas
una canción de ondinas que no frene
ni ate a las mesanas el deseo.
Pasó el tiempo de la fiesta del chivo
entre los árboles bailando con amigas.
Mi fiesta se desata en el mar tempestuoso
de los dedos que pulsan melodías
en teclados que escriben diatribas en trasnoche
de viejos que avergüenzan al sol.

De tan clara que soy no soy ninguna
hasta que empuño la punta de mis letras.

...


La niña de mi vida cumple
de nacida, veintidós
y en setenta y dos días
veintidós de ausencia y todavía
no aprendí a llorar-

Es un rostro de futuro
que borra sus rasgos
una construcción de madre
un andamio de sangre desarmado.

Los hombres de mi vida
-Son cinco- no saben llorarla
muñeca olvidada, juguete imposible
hermana callada besos sin mejilla.

Hija sin zapatos, hueco en esta casa
nombre de los sueños, sombra,
niña, demasiado amada.




En el cuarto de juegos de mi cráneo
persianas bajas y en la libertad de lo imposible
ella acuna su bebé de yoli bel
baila con tutú la música que pongo
con grasitas dibuja como miró unas manchas
un pueblo como klee
láminas que le muestro

Usa cubos para armar una ciudad de luz
con sus techos y sus patios

Y ya está en manuscrita
el poema de amor.
Y un no tiempo después,
en la mesa de parto de mi cráneo
ella alumbra una hija
espejo del espejo del espejo.

No se pierde ni un átomo de la criatura
en el cuarto de juegos
de mi cráneo.




Una palabra tuya borraría las líneas que tachan el cielo,
encendería las luces de la ciudad (si la dijeras)
Si pudieras mirarme como un ciego
que sólo ve en la memoria la imagen.

Entonces no rompería los espejos
ni me imantaría a los añicos,
no vería en mi rostro de todas las mañanas
notas en los renglones de mi frente,
en el pentagrama de mis labios
tu triste canción de despedida.

¡Ah! No hemos de irnos con adioses de pañuelos
o salvas de sollozos, nuestra partida será de cirugía
y no habrá algodón para detener la sangre.


Nadie lo ve como simbionte.
Nadie sabe que lo es.
Todos se confunden
pero no lo invitan a las cenas
a las tertulias de poesía
Molesta siempre a todos
esa suficiencia insoportable
(hay que reconocerlo)

El simbionte deja la casa sucia adrede.
Todo tirado:
las medias las pelusas sin juntar
el coche huele mal
hay manchas y migas y papeles
en el recibidor.

Deja los libros rotos abiertos y quebrados
cuando se aburre de leer.
Para todo tiene excusas
y no recibe a nadie
no quiere ver a nadie

Escribe con dos manos y lee todo
con la lectura voraz de los desesperados


 

Genoveva Arcaute

Genoveva Arcaute

Genoveva Arcaute nació en La Plata, Argentina. Es Profesora en Letras, por la UNLP y traductora de francés. Entre otros reconocimientos, en el género dramaturgia, obtuvo el Primer Premio en el Primer Festival de Teatro Independiente, por la pieza De dulce de leche y de chocolate, en co-autoría con Jorge Goyeneche. Fue incluida en las antologías La mujer rota (en homenaje al centenario de Simone de Beauvoir, México, 2008) y en dos editadas por la Biblioteca Nacional de la República Argentina. Publicó, entre otros libros, las novelas Mandorla, (2007) y Biblopista. Tres casos de Doris Milano, (2012) y los poemarios Todas somos Frida, (2010) y Diario de inminencia, (2015).
Estos textos pertenecen a su reciente libro Partes del Simbionte (Densas producciones, 2019)
Todo Genoveva en:
https://genovevarcaute.com/

Sofía Di Scala
Es Licenciada en Filosofía, Doctora en Letras (UNMdP) e Investigadora en Centro de Investigaciones Filosóficas (CIF). Coordina talleres de filosofía y literatura.