Tuerto Rey - Poesía y alrededores

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Silvia Montenegro
/ Poemas de "El borde"

Casa detrás del pino
 


Esa casa.
Ese pino.
Esos cascarudos que resplandecen.
El chingolo que entra por la ventana
a las dos de la tarde,
esa tarde, un ángel destruye el recuerdo.

Vendrá el gozo y te dejará limpio,
casi sin corazón.

Sólo un latido de sapos y luciérnagas
cotorras en coito sobre los cardos, y el silencio
que respeta el instante de los amores animales
violentísimos y dulces.

El mar imperturbable
a todo rostro a toda palabra
el mar no escucha la herida
sabio como un mago del tiempo,
sólo ir, sólo volver,
sólo obedecer a su fondo más íntimo,
sin padre sin madre
el mar
reparándose él mismo el dolor.

La casa.
Tu voz y tu otra voz y aquellas voces
levitan como santas medievales
sin mendicidad ni complacencia.

La casa ya no confronta con lo inalcanzable.

Lo que se esquiva finalmente se abandona,
a veces hasta al olvido.

Amanecemos.

Olvido no es desierto.
Olvido es fruto, evanescencia, piso
cuerpo sin combate
éxtasis.

Anochecemos naciendo
también.

El deseo contra toda tiranía.

Entre los oréganos y el cedrón,
a los pies del pino,
el mundo cae como una catedral derramándose.
 


Line Up
 


-¿Dónde está el placer?
- En la espera.
-¿Qué esperás?
-El borde.
-¿Cuál?
-El blanco, el sagrado, el espumoso.
-¿Se mueve?
-Es lo alto en movimiento.
-¿Qué hay en lo alto?
-El corazón.
-¿Qué mira el corazón desde la cima?
-Lo que de cerca no puede.
-¿Por ejemplo?
- La tierra luminosa.

                                                               a Diego
 


Ella nada en el mar como una raya
 


Ella aplana el vientre,
luego lo infla
lista para sumergirse
ella nada en la casa
ella nada en la calle
ella nada.
 


Canción



En su música me llevó a tocar lo que rompí
y con mi mano sana escribí lo roto.
Después me apretó como aprieta el amor
y nunca más nunca más
pude hablar.

                                                                  a Martín

 

Río Liffey
 


En la ausencia no hay belleza
sino sed, hermana.
Dejo la niebla
la ciudad vieja
la silenciosa aguja que une los días.

Lanzo una moneda al río.
Algo animal nace.
Una criatura antigua
pacífica
algo devorador
de arrepentimientos
y certezas
nace.
Mueve mi mano
la abre
la moneda cae
el agua vibra.
Lo hondo comienza a vibrar.
El sedimento cede,
se bifurca.
Venas de tu cuerpo solo
de tus días sola,
hermana.
Lo profundo se perturba,
tiene alas.

Lanzo una moneda al río
y creo
que hay una luz
más allá de las torres
más allá del hijo y del padre
una primera vez de la luz
una primera lluvia
un gajo naciendo contra el viento
hay.

                                                                   a Fernanda

 

 

 

Silvia Montenegro

Silvia Montenegro

Silvia Montenegro. Poeta. Nació en La Plata, reside en City Bell, Argentina. Es egresada de la Universidad Nacional de La Plata. Publicó los siguientes libros de poesía: Sobredosis de alma (Sudestada, 2001), El diablo pide más (Ediciones Último Reino, 2004), Los príncipes oscuros (Ediciones Último Reino, 2008), La bruma (Barataria Libros, 2014) y El borde (Prueba de Galera, 2019). Fue invitada a numerosos festivales de poesía, entre ellos: Festival Internacional de Poesía de la Feria del Libro de Buenos Aires, Festival Internacional de Poesía de Michoacán (México), Festival Internacional de Poesía de Trois Riviere (Quebec, Canadá) y Festival Internacional Transpoesía (México). Figura en antologías poéticas publicadas en Argentina, México, Perú, Italia y Alemania. Algunos de sus poemas fueron traducidos al francés, al alemán y al italiano. Entre 2009 y 2012, se desempeñó como Secretaria General de la Sociedad de Escritoras y Escritores de la Argentina (SEA).