Tuerto Rey - Poesía y alrededores

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Izara Batres
/ Poemas


I.
 

Y cómo vivir...
si la daga nítida
hiere hasta el origen del grito,
cómo se sostiene esta muerte continua,
este fin del mar.
Dios, flor de calor, núcleo infinito de las esencias,
me abrazas en este túnel, me llevas,
y yo no veo, pero creo en ti.
 

II.
 

Desbordada de mí, madre
rota por mi herida;
con una cruz en el rostro,
que te siega las mejillas y la luna,
los ojos de noches sin luz y sin sueño,
la vida en las manos,
pidiéndote oración
por tu niña que se marchita;
avanzas extenuada,
batallando, con tu voz rota,
contra el adiós fulminante,
trayéndome de nuevo a este mundo
en un parto sin fin,
donde siempre nazco bella y firme
para después romperme en cristales;
me traes, me llamas, me recuerdas el tiempo,
reclamas mi luz.
Me abrazas, me abrazas,
abrazas a la hija que fui,
a la niña que un día perdió
su mirada de estrellas.
Quiero que dejes de consumirte, madre,
quiero quitarte las ojeras
y el peso,
y que tu piel vuelva a ser tu piel,
y que resplandezcan tus ojos
hundidos de lágrimas.
Quiero verte, madre,
verte sin mi dolor en tus pupilas,
verte sin la alerta del miedo y de la herida;
quiero sangrar yo sola,
quiero abrazar el cuerpo que me has entregado
hasta la última gota,
las palabras con las que serenas mi alma
cada noche, para que pueda dormir,
para que pueda respirar.
Quiero abrazarte, madre,
pero está el nido de agujas,
está el ovillo nebuloso
que me recuerda que ya no soy la misma,
que ya no estoy,
y debo volver a hacer la catarsis,
debo volver a nacer,
desde el amor,
para mirarte y recordarte como eras antes,
cuando el dolor no existía,
y gritarte ¡no llores, madre!,
desde lo que queda de mí,
no llores más.
 

III.

El poeta y el tiempo
 

Una esfinge,
sobre el milagro nocturno
de la tierra azul,
baja sus párpados de infinito y arena.
Se suceden los instantes, las liras.
Despacio, el tiempo cierra el libro
de la luz y la belleza.
Algún deseo lejano, de medianoche,
volando hacia la inmensidad del fuego,
se derrama en versos.
El poeta y el tiempo,
como en una persecución errática,
mueren de suicidio,
por exceso de amor a la vida.


IV.
 

Recordad los días de luz,
mientras el mar conserve su latido
y las aves vuelen contra la brisa,
hacia el origen de las mareas.
Cuando el cosmos deje de filtrarse por el agujero
del sueño,
el bramido de la nada
ensordecerá la tierra.
Pintad los nuevos alfabetos centenarios
en el rigor de la pausa de un zumbido
de abeja.
Escribid, en la fusión del cielo y el suelo,
la tempestad cristalizada,
donde una coma es mañana, el libro y la hoguera,
y las tres de la tarde, y un tacto de anís sin tregua,
y la caricia de la piel
escondida en la otra piel.
Recordad el relámpago que hizo temblar la teoría,
elevándose por encima de otro vendaval de arena.
Y cómo, desde el tiempo abierto,
se escribió poesía,
accediendo, entre sílabas,
al suceso esponja.
Regresad la belleza desnuda de aquellos días.
Dibujad la imagen que nadie verá,
la pasión, la región infinita
de donde brotan la verdad y el dolor
que buscamos sin tregua.
Ya no queda ese amor, al final
de las avenidas.
No olvidéis.
No dejéis a la polilla entrar.
Recordad los días de luz,
cuando el soñador inventaba el tejido,
porque la fibra seca del hormigón
no tiene porosidad.
 

V.


Juega con tu tristeza, chiquillo.
Ovíllate en un claroscuro, fuera del mundo.
Coge el calor y la rabia,
la furia de tus cenizas,
y abre la herida.


Pinta con sangre en las paredes de los que no te verán,
para quitarte del rostro esa luna ahogada y vieja.

Haz pedazos los relojes, los olores, los recuerdos.
No volverán para arreglar lo que hicieron.
Pero tú no te marcharás jamás.
 

VI.
 

Don Quijote


El mundo te hizo parecer un loco estupendo, Quijote.
Tú ya lo sabes.
En esa cabeza otoñal de molinos gastados,
y libros antiguos;
de sueños y ausencias,
tus ojos veían más allá del tiempo.

Allí donde los relojes se deshacen
hasta tocar el infinito del absurdo.
Allí donde mueren, entumecidas,
las raíces de una historia degenerada,
buscaste el sentido.
Buscaste un sentido.

Querías encontrar la belleza y plasmarla,
fijarla en un molde, y mantenerla.
Qué incorrección, pensabas,
creer que no era posible.

Y lo intuías,
el tiempo dibujaría al loco estupendo.
En tu mirada infinita creías saberlo,
como una voz mínima susurrando,
desde la verdad del ser:
“Es el mundo el que va al revés, Don Alonso Quijano.
No es usted”.

 

VII.


Hoy he creído en ti
Te he dado la mano
y, en silencio,
las almenas más altas de la cordura
han entonado sus mantras más tiernos.
Hoy hemos crecido
y algo ha cambiado
porque estamos desnudos.
Y no nos hallamos próximos
al espejismo.

 

VIII.
 

Crearé una fuente salvaje,
una fuente elástica y blanda,
y el agua saldrá a raudales,
despertando a los títeres que se mueven bajo las cuerdas.
Será una fuente oblicua que despedirá gaviotas
y dibujará un intersticio en el gris uniforme.
Recuperaré mis libros,
pintaré sobre ellos el amanecer de nuevas letras
para nuevos oídos,
romperé las páginas muertas,
la letra muerta, la sangre muerta,
mira cómo nace, eclosionando desde la azucena,
un prodigio de tinta, un latido esencial que nutrirá
nuestra transición de elementos.
Ya estoy escribiendo, sobre las hojas, sobre el aire,
en la cúpula invisible del cielo.
 

(Estos poemas pertenecen a los libros Avenidas del tiempo, El fuego hacia la luz, Tríptico, y Sin red).

Izara Batres

Izara Batres

Izara Batres. Poeta y escritora española. Licenciada en Ciencias de la Información, doctora en Literatura, Máster en Estudios Literarios y Máster en formación del profesorado. En 2016 recibió el XXXVI Premio Mundial de Poesía Fernando Rielo, por su poemario Tríptico. En 2019 ha recibido el Premio Europeo de Poesía Clemente Rebora. En 2004 recibió el premio de la Editorial Siruela por su ensayo sobre "El mundo de Sofía". En 2007 recibió el primer Premio del periódico El País, como ganadora del concurso de relatos de EP3 "Talentos", con el relato "El Paciente". Es autora de seis libros publicados: los poemarios Avenidas del tiempo (Vitruvio, 2009), El fuego hacia la luz (Sial, 2011, con prólogo de Luis Eduardo Aute) y Tríptico (Fundación Rielo, 2017); el libro de relatos Confesiones al psicoanalista (Xorki, 2012), la novela ENC o El sueño del pez luciérnaga (Xorki, 2014) y el libro de ensayo: Cortázar y París: Último round (Xorki, 2014). Tanto ENC o El sueño del pez luciérnaga como Confesiones al psiconalista fueron seleccionados por los expertos del certamen New Spanish Books, y uno de los relatos de humor de Confesiones ya forma parte de la prestigiosa antología Best European Fiction 2018 que se publica en todos los países de habla inglesa.

Izara Batres es profesora de Literatura en la Universidad Camilo José Cela, y de Escritura Creativa en Fuentetaja Literaria, y también imparte sus propios talleres literarios. Colabora con diversas publicaciones y sus poemas se han incluido en antologías como Poesía Hispanoamericana actualLos poetas de la sendaPoetas siglo XXI, o Dios en la poesía actual, Rialp, colección Adonáis, 2018.