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Gustavo Tisocco
/ Certeza y otros poemas
Certeza
Tengo la certeza
de que mi abuelo Pedro se quedó dormido
y me lo robaron barcos piratas.
Sabido es que estos bárbaros
aglutinan fortunas,
trofeos, tesoros…
El foso
Niña
afuera llueve,
no te acerques al aljibe
que puedes caer al foso.
El foso es penumbra,
humedad y tragedia.
Niño
afuera hay sol,
no te acerques al aljibe
que puedes caer al foso.
El foso es para suicidas,
ladrones y asesinos.
Madre estamos ya en el foso...
aquí hay cadáveres honestos,
sueños desechos, hermanos torturados.
Rescátanos
y desenmascaremos juntos a los duendes verdes
que habitan entre flores.
Para escribir un poema de diez hectáreas
Para escribir un poema de diez hectáreas
tendré que convocar a todos los peces,
al mago que deambula en las noches,
al aroma de pan horneado,
a la espuma del mar.
Deberé resucitar a los que me dejaron,
retornar barcos encallados en la brisa,
zafiros y esmeraldas,
al niño que soñaba con ser espantapájaros,
al viejo campanario, al andén del pueblo aquel.
Pondré el nombre de mi madre,
los fantasmas de mi gente,
una gota de río, la caricia del sauce.
De la más ínfima hierba la fragancia,
del rompecabezas los enigmas
y de los ojos del ausente las plegarias.
Un poema de diez hectáreas insume tener frío,
dejarse llevar como una veleta,
despertar en el tango que nos desnuda,
ser cometa, buzón, arquero.
Que nos deslumbren los cuentos de sal,
el vuelo del colibrí,
y las estatuas en su jaula.
Que tenemos un país herido no debo olvidar,
que hay abuelas que esperan y
una isla llena de lápidas y voces en la bruma.
Que el Crucificado sigue siendo crucificado,
que se mutilan a diario tantas alas,
que se ríen en el norte de los que pernoctamos aquí en el sur.
Y cuando me falten palabras para las diez hectáreas
acudiré a tu nombre, tus pies de duende,
a tu beso, tu sexo enhiesto,
tu mirada verde, a tus dudas y certezas,
a tu valle encantado,
a tu insomnio, a tu alcohol.
Sólo ahí nacerá el poema,
grito extendido
inmortalidad cierta.
Soy mortal
Me nutro de la caricia
que nace de océanos impetuosos.
Me construyo desde las tonadas
que esbozan mis valles.
Soy mezquita de un tiempo de cadencias,
eterno epitafio que nadie recuerda.
Soy mortal,
he visto en mis ojos una lágrima.
Esqueleto inerte
Es parte del entierro
estos brazos que por colgar pesan tanto,
esta voz que quedó muda
entre exilio y sin-razón,
estos zapatos que visten abismos.
Es parte del entierro
el lento dolor de la daga,
la sed en labios secos,
la hoguera que siempre espera.
Es parte del entierro
estas ganas de ser pájaro,
esqueleto inerte.
Gustavo Tisocco
Gustavo Tisocco nació en Mocoretá -Corrientes- el 25 de octubre de 1969. Tiene publicados seis libros Sutil, Entre soles y sombras, Paisaje de adentro, Desde todos los costados, Pintapoemas y Cicatriz; además tres CD Huellas, Intersecciones y Corazón de níspero. Participó en diversas antologías en diferentes partes del mundo. Recibió varios premios, entre ellos, el primer premio del Congreso de Médicos Escritores en el año 2004 y 2006, el premio Revelación a la Calidad Literaria en el encuentro “Buenos Aires Poesía-Reunión de voces” llevado a cabo en Buenos y el premio Revelación del tercer encuentro de poetas latinoamericanos –Villa María, Córdoba- ambos en el año 2007. Su poesía ha sido traducida al portugués, francés, catalán, italiano, inglés y alemán.
Entre otros sitios, edita: mispoetascontemporaneos.blogspot.com