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María Soledad Ranzuglia
/ Poemas

Hay alguien que sabe vivir



Hay alguien que sabe vivir.
Y me confunde.
Alguien que cada noche
enciende su lámpara de aceite
y en su rostro leo
como en una catedral,
los santos poemas de los hechos
y tiene el Coraje de reír
cuando todos temen,
y de amar cuando nadie
osa acariciar la piel tibia
del sol que nace como llama
desde adentro.
Y llama.
Alguien que tiene voz,
redime del espacio
oscuros velos
y con el encaje blanco
de su timbre
une las manos del silencio
a la frente solitaria
de quien habla
y habla por decir
sólo con palabras su desvelo...
Entonces calla.
Por vez primera, calla.
Ya no se agigantan las figuras
de su miedo.
Ya no respira con su pecho
acongojado como un niño,
ahogado en el suspiro
de su cuerpo, no.
Ahora sabe.
Su piel cobra la tersura
de la tibia mansedumbre
de un gran fuego.
Es de noche y leo...
Una lámpara en tus manos,
ahora ríes como un verso,
di un renglón, recita para mí
un acto de lo sublime...
No temo.
 


Despertando


Mientras dormía por las noches en mi cuarto,
yo crecía entre los campos de maíz…
Tendida entre las mantas de los cuadros,
mi alma deambulaba entre los aires, su perfil.

En el íntimo ritual acostumbrado,
preparando mi cama de sueños al dormir,
una amplia luz se derramaba
ante un valle en girasoles ya sin fin;
en el ángulo de mudos desencantos,
en la fría pared que construí
resonaba el viento de los álamos
y en los altos tendales de las auras
me asumí.

Tras la puerta de mi pálido rectángulo,
el océano cantando para mí
acunaba en estelas los albatros
que los cuentos no pudieron eludir;
ni mis juegos, ni muñecos, ni vasallos,
tuvieron la soltura de la Vida sin decir,
pues es vasta la grandeza de lo amado,
que mi alma, aún pequeña,
jamás pudo dejar de consentir.

Tras la fuerza magistral de lo Heredado,
yace un mundo con destreza tan sutil
que entre el Oro azul y el verde Canto,
el oleaje transparenta su latir;
se descosen los cielos en venados,
suavemente derrama la blancura,
su jazmín,
acontecen primaveras de milagros,
tras los velos, aposentan su candil.

Por encima de los ríos en que nado
es mi balsa, la cuna en que nací,
si de a ratos calmaba yo mi llanto
fue la luna gestándose en mi añil,
meciendo los cansancios de temprano
que el olvido con el tiempo intenta diluir…

Por las noches dormía entre los cuartos,
y es ahora que no dejo de admitir,
que despierta crecía por los campos
con la misma fuerza sagrada en el maíz.


Noche de Gloria


La del verano.
La lluvia de tu mano.
Besando el horizonte
siempre abierto.
Acariciando.
Abriendo el dorado
de papeles.
Rojos y azules laqueados
en mi mano.
El brillo de un pequeño
barco transparente.
La fragancia de tu piel
recién bañado.
Dormida en el filo más
profundo.
Mi barco navegante
entre las voces circulando.
Glaciares en la copa
del buen vino.
Los quiebres casi fucsias
de la luz en mi recuerdo
más temprano.
El bautismo de uvas
en mi lecho.
Fibras vegetales
cubriéndome de blancos.
La espuma del mar en
mi silencios.
Un sendero de piedras
que culmina en lo Alto.
Un peñasco donde amarro
bien el puerto.
La noche en que te dije
con mi cuerpo que te amo.


El Llamado



Desde aquí, La Cumbre,
provincia de Córdoba, hago un llamado
a todo hombre, mujer y niño a no resistir más
la canción que late en sus venas…
A escribirla en la tierra,
en la orilla del río
con flores de la selva,
en los senderos de linos,
en la zafra,
en las chacras casi desiertas…
Escriban para el hombre que duerme
en la pobre intención no descubierta,
creyendo que el vino
ha perdido en el tiempo
su  magnífica esencia…
Abrir los estanques de lluvia,
que sean cascada en la arena,
dejar que los álamos peinen
la brisa con honda dirección sincera,
mientras cincelan las luces del alba
que nace despierta…
A todos los llamo, 
                     argentinos poetas.

 

 María Soledad Ranzuglia

María Soledad Ranzuglia


María Soledad Ranzuglia, Argentina, 1969. Desde el año1994, reside en La Cumbre, Córdoba, donde ejerció su profesión de psicóloga. Tiempo después, dio paso al oficio que fuera su compañía desde muy temprana edad, la poesía, con la decisión de dedicarse únicamente a su manifestación. Ha publicado los siguientes libros: Vislumbres de Sol, (Editorial Fojas Cero- 2003); Todos Somos Creadores, (Editorial Fojas Cero- 2004); ¿Dónde estás mi Vida?, (Editorial El Copista- 2007); La Canción Olvidada, (Babel Editorial-2012 y 2017); Como la Playa, el Mar, (Babel Editorial-2013); Pequeñas Victorias, (Babel Editorial-2015) y Diario de una Mujer, (Babel Editorial-2018). Es además gestora cultural; trabaja en medios audiovisuales difundiendo la literatura; tiene a su cargo el ciclo Poesías en Concierto y ha obtenido diversos reconocimientos por su escritura y su labor.