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Jonio González
/ Poemas
Fauces
El mejor viajero
es aquel que percibe
el elemento evanescente
del lugar que visita,
el que capta el loci spiritus
de que hablaba Doidalso de Egina.[...]
Un niño juega entre las piedras
y bajo el puente,
entre glicinas y santa ritas,
persigue la última mariposa del verano.
La noche nos interroga con cada sombra,
percibe nuestros pasos
en los pasos del esposo que regresa,
en la luz mortecina
tras el ligustro y,
como viajeros,
creemos respirar el aire
destinado a otros pulmones,
extasiarnos ante el brillo del agua que,
junto al cordón,
corre para alimentar otros yuyos,
distintos de los de la infancia,
esos que nos raspaban la cara
al tendernos sobre el húmedo calor
de los desolladeros.
De pronto [...] todo se ilumina
bajo el puente,
vuelan monedas convertidas
en láminas de plata
y el fragor que nos ensordece
tiene el eco de otras músicas,
de otros gritos y otras risas.
El viaje ha concluido,
abrimos la puerta que da al zaguán
y una bestia muda,
como salida de un brazal
medio oculto por las cortaderas,
acude a nuestro rescate
con las fauces abiertas.
Las chicas de Imperial
Cuando las chicas de Imperial
desaparecieron en el alfalfar
que con el tiempo
sería la quinta de la Choricera,
llevaban una palabra
escrita en la frente:
la tristeza de los sonetos fue, en su caso,
lo contrario de la vida.
Pero no la muerte, sino la ausencia,
la melodía del girasol
junto al espejo de la laguna,
su risa perdida en las calles del barrio [...]
Las escenas de infancia
se sucedían sacudidas por el viento
que soplaba entre las ramas
de los paraísos,
se ocultaban en los patios,
temblaban en la mancha de luz
de la vereda de enfrente [...]
Si la madre las llamaba,
ellas no respondían,
y sin embargo hablaban
en el iris apacible
de los perros de la siesta,
en los dedos sucios del tipógrafo,
en el cieno de las orillas
entre mojarras muertas [...]
y los enamorados deseábamos
verlas aparecer flotando
sobre las terrazas,
suspendidas en el aire
igual que los sueños nuestros que habitaban [...]
Del viaje del que nunca regresaron
las esperamos como se espera
el brillo del sol sobre la chapa de cinc.

Jonio González
Jonio González nació en Buenos en 1954 y reside en Barcelona desde 1983. Junto con Javier Cófreces fundó, en 1981, la revista de poesía La Danza del Ratón. Ha sido incluido en varias antologías, entre ellas Una antología de la poesía argentina (Santiago de Chile, 2008), Doscientos años de poesía argentina (Buenos Aires, 2010), Antología de la poesía argentina de hoy (Barcelona, 2011), Poésie récente d’Argentine: une anthologie possible (París, 2013) y La doble sombra: Poesía argentina contemporánea (Madrid, 2014). Ha publicado los siguientes libros de poesía: Onofrio. Grupo de Poesía Descarnada (con Javier Cófreces y Miguel Gaya, Buenos Aires, 1978, reeditado en 2008), El oro de la república (Buenos Aires, 1982), Muro de máscaras (Buenos Aires, 1987), Cecil (Buenos Aires, 1991), Últimos poemas de Eunice Cohen (Barcelona, 1999), El puente (Vic, 2001; Buenos Aires, 2003), Ganar el desierto (Buenos Aires, 2009), La invención de los venenos (Buenos Aires, 2015) e Historia del visitante (Ediciones en Danza, 2019). Ha traducido a poetas estadounidenses y catalanes, entre otros.
Foto de Jonio por: Daniel Mordzinski