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Idea Vilariño
/ Poesía e Incertidumbre

El texto publicado en esta página (inédito hasta el presente) y los poemas que lo acompañan fueron leídos por su autora en el Encuentro Internacional de Escritores "Las letras y el pensamiento 2000", organizado por la Secretaría de Cultura de la Provincia de Buenos Aires y realizado en el Teatro Argentino de La Plata.

 

El tema propuesto es muy interesante, tiene muchas facetas y no creo que sea posible cubrirlo en toda su extensión. De cualquier manera, haré mi aporte con la salvedad que implica enlazar los términos escritura e incertidumbre. Porque enlazar estos términos, acercarlos, nada más que enunciarlos, supone creer en un posible nexo entre ambos. Pero esa es una posibilidad que parece fácil desmentir ya que la sola decisión de escribir, como cualquier otra decisión creadora, supone una negación de la incertidumbre.

Para crear lo que sea es imprescindible una condición: la seguridad primaria y elemental de la permanencia. O, en otras palabras, saber que no nos acabamos hoy. ¿Qué sentido podría tener que esta tarde nos sentáramos a escribir una novela, un poema o un ensayo si supiéramos que en la noche se acaba el mundo? Sin embargo, parece que el acto de escribir no niega la incertidumbre, no niega nada, porque nos ponemos a hacerlo aunque nos falte la seguridad que les mencioné. Aunque vivamos con los plazos muy acotados y aunque no podamos apoyar lo que hacemos en una roca firme, sobre nada que sea cierto, seguro o durable, aun así, seguimos escribiendo.Somos incorregibles, seguimos escribiendo y cometiendo otros actos de arte en un tiempo en que ya no cabe ninguna certidumbre, donde ninguna certidumbre es posible. Las hubo en otros tiempos, otras épocas, cuando los hombres podían hacerse ilusiones sobre algunas formas de perdurabilidad: la gran raza humana, la otra vida eterna, Dios. Sobre las que podían fundarse certezas, hechos, gestos que también se consideraban eternos. Pero los hombres siempre supieron que se acaban, que apenas son, como dice el salmo 39, "peregrinos en la tierra", pasajeros breves. Es cierto también que siempre estuvieron inventándose explicaciones, mitos, dioses, para convencerse y convencer de que no morirían del todo, de que persistirían en el cielo, aunque fuera en el infierno o en una pirámide. Y todo se lo creyeron ¡con qué avidez y con qué necesidad de creerlo!

Hoy, abocados como estamos -con pocas vacilaciones- a la destrucción del planeta o por lo menos a la de la especie, nos está negada la confianza en cualquier cosa de duración terrena, ya sea en la vida misma, en los monumentos, en la memoria de los hombres. Y los seres humanos, quedan entonces limitados -los que pueden- a aferrarse a la idea de un más allá improbable, impensable, que con egoísmo imaginan sólo para ellos. Pero lo que se dice certidumbres, ya no las tenemos de ninguna clase. Sabemos, en cambio, que nos precipitamos a corto plazo y sin remedio en la aniquilación. Los escritores, naturalmente, lo sabemos también, tal vez, mejor que nadie, o deberíamos saberlo. Sabemos, en consecuencia, que aquella forma de eternidad que parecía ser la fama, tiene por delante tan pocos años como los que tardemos en liquidar esto y que escribimos para nosotros o para nuestros efímeros contemporáneos y nada más. Lo sabemos o lo sospechamos en algún momento en que bajamos las defensas pero seguimos haciendo, seguimos escribiendo, porque no lo podemos evitar. Los escritores escribimos por una compulsión, una necesidad que nos lleva a poner sobre el papel lo que sentimos, lo que pensamos, lo que sabemos, lo que creemos. Pero, además, lo hacemos porque seguimos una costumbre, una tradición que llevamos algunos siglos acatando. Si fuéramos coherentes y sensatos deberíamos dejarnos de cosas, deberíamos saber que no hay por qué entrar en el juego, saber que no, que no.

Aunque no estuviéramos dedicados alegremente a destruir nuestro hábitat y esta vida nuestra o a dejar que lo hagan -ya que no somos los dueños- tendríamos que tener presente que a la corta o a la larga nuestro sol se volverá al fin, sin remedio, una de tantas novas y que de una manera u otra seremos aniquilados y barridos. Decía un viejo poema: "Cuando la tierra fría se pierda en los espacios y no haya nadie, nadie, que la mire y se ría".

Tiene algo de risible también nuestra pretensión y nuestras ilusiones frente a la realidad. Y esperamos que lo que les pasa y les pasará a los demás cuerpos celestes no les pasará a los nuestros. De manera que no podemos o no debemos buscar y tener certidumbres… ¿de qué? Si seguimos dando forma al barro, a los sonidos que nos comunican o que nos gustan, tendremos que hacerlo sin ilusiones, sin engañarnos, en la más completa incertidumbre. Incertidumbre no acerca de si perdurará lo que hacemos sino acerca del miserable tiempo que durarán nuestros iguales, aquellos que pueden verlo, leerlo, escucharlo. Tendremos que hacer nuestra tarea, en todo caso, más que con incertidumbre, con la más terrible certidumbre negativa.

 

Dos poemas

Es negro

Es negro para siempre.
Las estrellas
los soles y las lunas
y pingajos de luz diversos
son pequeños errores
suciedad pasajera
en la negrura espléndida
sin tiempo
silenciosa.

Eso

Mi cansancio mi angustia
mi alegría
mi pavor
mi humildad
mis noches todas
mi nostalgia del año
mil novecientos treinta
mi sentido común
mi rebeldía.
Mi desdén
mi crueldad y mi congoja
mi abandono
mi llanto
mi agonía
mi herencia irrenunciable y dolorosa
mi sufrimiento
en fin
mi pobre vida.

Idea Vilariño

Idea Vilariño

Idea Vilariño nació en Montevideo en 1920 y murió en la misma ciudad en 2009. Fue poeta, crítica literaria, traductora y compositora de canciones. Publicó numerosos libros de poesía, que van desde el inicial "La suplicante" (1945) hasta "Poesía Completa" (2003). Fue distinguida internacionalmente y traducida a varios idiomas. En 2005, la editorial Bibliothek Shrkamp dio a conocer con el título "An Liebe" una selección de sus poemas en versión alemana de Erich Hackl. En la actualidad, se la reconoce como una de las poetas de lengua castellana más destacadas del siglo XX.