Tuerto Rey - Poesía y alrededores

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Griselda GarcĂ­a
/ "La reina tuerta" y breve antologĂ­a

La tarde cae sobre los restos del té
los chinos de las tazas
se escaparon
dejándonos a nosotras
las mujeres
sus pequeñas moradas blancas
para lavar.

 

 

Polinízame susurrante ave de la noche
somos hijos de largos viajes
por océanos con peces de diamante.

duerme, duerme desnudo en hotel de pasajeros
con botellas rotas en los pasillos
y besos en el cuello de comadronas contentas.
bebemos vino de amapolas
el polen riega sonrisas sangrantes.

debo cerrar los ojos.

la euforia inicial ha dado paso
a esta suave dispersión de la memoria
a este mar de calma superficie
y animales peligrosos debajo.

sello los huecos del bote con cera tibia
arañamos la fruta pero nunca la mordemos.

un movimiento en falso
te hace retroceder terreno
y avanzo sin dudarlo.

cuando volvemos a movernos
los aparatos de medir están rotos.

la intuición guiará almas
en vastas extensiones de agua salada.
 

De El arte de caer (2001)
 



La reina tuerta
 

Hasta un ciego con memoria del tacto
podría servirme,
lo guiaría el olor de la sal, la tibieza,
la humedad silenciosa.

Detrás de él vendrían cientos,
aceite en el cabello,
olor acre de la orina.
Yo sólo tendría que yacer inmóvil,
palmear alguna espalda, quizás.

Lo mejor es lo que más tarde llega,
una noche, sin ser esperado,
delicado como un ladrón,
mil veces más silencioso.

¿Soy aquella niñita de pollera al viento
bailando entre altos pastizales?


De La ruta de las arañas (2005)



Serrallo
 

Otros ya idos
me coronaron reina:
final de un linaje de crueldad.

Audaces, los que quedan.

Acérquense.
Anímense a ser vistos así.

Voy a crear la palabra perfecta
voy a decir sus nombres
hoy nacen a mis brazos.

Engendraremos
un ejército voraz.
Vamos a arder y brillar.
 


El espejo negro


I

Es hora de admitirlo:
los instrumentos están rotos
varios tripulantes han muerto
las aguas traen frutos envenenados.

Inmóvil durante horas
esperando el terciopelo de pasos
con el miedo más íntimo
está demasiado adentro
lo que se quiere expulsar
infinitas formas de enloquecerse
tan pocas de calmarse.

Recuerda, cuerda:
el cazador se volvió presa
y la presa eternidad.


II

A pesar de todo te has mantenido
digna en tus derrotas.
Muy poco miedo a equivocarte, querida.

Hermana del horror
la belleza no tarda mucho
en mostrar su peor cara.
No hubo que cavar profundo
para descubrir que estaba ahí.

Recuerda, cuerdo:
nunca encierres demonios en un frasco.
Un mal movimiento arruina
años de práctica.



III

La tentación de hacerme chiva expiatoria
es grande:
cargarme con las culpas de todos
y expulsarme de una vez.

Después, para poder seguir
la culpa se hunde sola
y el mismo suelo la absorbe gustoso
en entierros a veces parecemos expertos.

Después, también
las traiciones más humillantes
se guardan bien protegidas
en la amplia casa familiar.
El mejor disfraz, la sonrisa más convincente
en continuar el show a veces parecemos expertos.

Jóvenes y estúpidos creímos saberlo todo
en los vientres plateados de los peces
previmos un futuro auspicioso.
A cada paso nos volvimos más ignorantes
helados y distantes como estrellas.


IV

Con el tiempo los ensayos son más largos
pero no menos los errores.
Hacemos cualquier cosa
para convencernos de que somos los mejores.

Cada uno hará
que el otro se canse
hasta terminar ahorcándose.
 

De El ojo del que mira (2009)

Griselda GarcĂ­a

Griselda GarcĂ­a

 

Griselda García es escritora y vive en Buenos Aires, Argentina. Publicó, en poesía, Alucinaciones en la alfalfa (2000), El arte de caer (2001), La ruta de las arañas (2005), El ojo del que mira (2009) y Hallucinations in the Alfalfa and other poems (traductor: Hugh Hazelton, Wolsak y Wynn, Canadá, 2010) y en narrativa La madre del universo, relatos 2012). En 2013 estrenó el corto Blanco (co-directora y guionista) en el Festival Internacional de Cine de Venecia. Se dedica al dictado de talleres de escritura creativa y al seguimiento de obras literarias en progreso.

Todo Griselda en:  http://about.me/maceracion
Foto: Julia Russo Martínez