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Fernanda Castell
/ Hipermetropía

 

El ojo luchador de los hipermétropes. Ella y sus ojos. Ella y los otros.
Una biografía óptica. De las gafas de vidrio a las lentes blandas. Visión HD

 

Hipermetropía

 

Los H  Quien relata esta situación es una persona disconforme. “los hipermétropes somos así”, sentenció su oftalmólogo. Desde  los seis  años depende de los anteojos para vivir.  Leer y actualizar los Lentes, como le decía su viejo.   Proviene de una familia de inmigrantes: mixtura  nieta de trabajo a destajo y melancolía por la Madre Patria. Fenotípicamente argentina, escucha  tangos y muchas veces, cree que la vida lo es.   Continuadora del linaje hipermétrope por parte de padre, vive intentando hacer  “foco”. Ella y sus ojos.  Como es lectora voraz, agradece la discreción del optometrista que se ahorró el comentario: “los H tienen aversión a la lectura”.  Si su padre no hubiera sido un gran lector tal vez hubiera sucumbido a la incomodidad. Puesto que ninguna lente corrige absolutamente la distorsión orgánica. El ojo del hipermétrope es un ojo luchador.  Creció con  un padre poco dado a las palabras coloquiales y una  madre poco dada, a secas: los libros fueron su salida de emergencia.  Se le decía  “lee” con eficacia chamánica.  Y ella se lo creyó.

Biografía óptica:   gafas. A los diez años en un exámen de La Cultura Inglesa, dijo: perdón me voy a poner las “gafas”. Con ése arcaísmo los profesores ya no prestaron atención a lo que fue dicho o no, en términos de exámen.  . Toda pupila  tras el cristal  obtuvo la empatía de los profesores: “aprobada”  Digamos que en ésa situación el término “gafas” confundió al auditorio y le fue bien.  Experimentó el “hechizo” de la palabra adecuada.  Sobre todo cuando se padece Déficit Atencional  y no se puede aprender nada “a pedido”.  Con sus lecturas laterales despistó a todo el sistema educativo. 

Como especie adquirimos la visión estereoscópica junto con el bipedalismo vestido.  En tiempos en que la tecnología de punta de la  humanidad se reducía al  pedernal, hachas de silex y lanzas de tiro largo, era bueno tener visión panorámica para, a ojo de buen cubero, ver cómo venía la caza.  En el caso de las mujeres la visión que hoy nos permite ver en un radio de 360 grados,  o sea “todo”, constituye una ganancia genética ligada a la doble jornada originaria:   recolección y cuidados de  la prole. Digresiones aparte. Nuestro personaje es una mujer al cuidado de un niño inquieto y guarda una relación  “orgánica” con sus anteojos.  

Recuerda la adquisición de otra prótesis: un microscopio obsequiado a los doce  años.  Allí se dio cuenta que el mundo visible a la lente de un marco común era una perogrullada. Gente y gente. Pero ver a través del microscopio la estructura de un pistilo o un paramecio. O acaso un cristal de nieve o la pata de un artrópodo: maravilla mundial en la maceta de su casa.  Entonces, gracias a los anteojos, a la discreción del optometrista y la curiosidad ella pudo ver claro hasta lo no visible.  Cosa que le agradó cada vez más.

Sensopercepción -En una clase de danza Butoh le plantearon el  ejercicio de caminar  sintiendo que tienen los ojos en la planta de los pies.  Dedicaba a la ciencia lo del teatro Butoh consistía todo un intento por romper con la  mecanicidad del pensamiento duro.   Sublime.  Los ojos en los pies: percibir la estructura molecular del suelo e imaginar lo que habría debajo, hasta las antípodas. Era una caminadora nata. Feliz meditante en movimiento se incluyó en la danza Butoh para experimentar el cuerpo desde el hueso. Ha visto muchos danzarines desnudos y más allá de fealdad o no, los cuerpos siempre muestran algo que los trasciende.  Por el contrario de muchos ella no cree que los ojos sean las ventanas del alma, sino mas bien las manos del cerebro. La gente que usa anteojos tiene dificultades para expresar su amor oceánico por el mundo en general. Sobre todo con los más cercanos. Los anteojos operan como una máscara. Uno no puede pensar su cara sin los anteojos.  Es más, no puede pensar.  El ejercicio de los ojos plantares fue una demostración de que eso es posible.

Los avatares  de su biografía óptica han estado  ligados a sus crisis vitales.   Ojo luchador más ansiedad es una combinación mortífera. Hay personas “textura” y personas “visuales". Las personas textura se compensan a través del lazo social.  Las visuales  se expresan a través de sus colapsos ópticos. Ante un terremoto vital, las mujeres de visión perfecta se cortan el pelo. En las personas de visión problemática: se impone un ajuste en los anteojos.
Una muestra:

De cómo se  quedó a oscuras en una boda-    convocada como madrina se quedó literalmente ciega a cuatro horas del evento. Ante el pedido desesperado de su  padre (y padre de la novia), su hermano mayor atravesó 100 Km. de llanura para llevarla, al  oftalmólogo de infancia a fin de descartar tumores y horribles desorganizaciones corporales. Sin causa orgánica y garantizada su vida de lectora vidente, el evento terminó felizmente.  El juez, el novio, la novia tartamudeando a la hora de dar el sí y la madrina recién llegada  con dos recetas en la cartera de Charol (prestada): anteojos renovados (cristales orgánicos irrompibles de marco austero) y  Clonazapam 2 mg por 60  además de la secreta  convicción de que había algo que no quería ver con claridad.  La hermana, aliviada aceptó sin mayores reparos las disculpas del caso.  

Campo visual. Siguió su camino por la rutas argentas. De biblioteca en biblioteca buscando algo parecido a un destino. Siempre muñida de su objeto contra fóbico.  La fragilidad y potencial carencia le recordaba siempre el capítulo de la Dimensión desconocida, en el que después de una catástrofe mundial el único sobreviviente y  lector voraz había quedado solo en el mundo rodeado de libros pero oh, sin darse cuenta aplasta los anteojos.   Sin una óptica a disposición no vale la pena sobrevivir una catástrofe.

Visión HD   Nuestra amiga está ingresando  en el mundo de las lentes de contacto.  No cabe duda que el mundo tiene colores y texturas que para el hipermétrope bien acomodado en su incomodidad estructural, debe ser similar al sordo que utiliza por primera vez un audífono de alta fidelidad. Vas a empezar a ver en  HD  le  había adelantado el optometrista. Le creyó como quién, a determinada edad,  cree en Dios o en la reencarnación.

A la semana de haber adquirido las lentes blandas, perdió una.  Colapso. La  pérdida de un objeto del tamaño de una escama de pejerrey le supuso durante horas y horas de infructuosa búsqueda reptante con una lámpara Led. Las pérdidas son pequeñas muertes. Objetos que se evaporan sin dar una explicación constituye una traición de la mano salvaje que de pronto actúa por su cuenta y deja caer, sin control del lóbulo frontal. Enigmas: el destino final  de aquello que se pierde y el mecanismo.  A la mañana siguiente fue a la óptica. Le habían dicho que estaba asegurado contra roturas durante un mes,  no de pérdidas: “se me fue por el lavamanos”. El dueño del lugar la miró y dijo como un sacerdote: “eso pasa. Son nuevas…. Le vamos a hacer otra”.  Nuevamente: la solidaridad de los hipermétropes. El tipo de cristal que usaba en sus anteojos flotantes lo delataba.

Vida HD. Al fin sale a la calle sin máscara. La presbicia la obliga a utilizar anteojos para leer. Ventajas: se ve con definición, es verdad. Incluso el sufrimiento.  Pero sobre todo: le puede dar descanso al  tabique de la nariz.

 

                                         

 

 

 

 

 

Fernanda Castell

Fernanda Castell

Fernanda Castell. Nació en Coronel Dorrego, vive y trabaja en La Plata.
Libros publicados: En el Abras, editorial Siesta, 2003. Peces de agua, Editorial Tema, 2004.
Construcción de lo desagradable, ediciones Al margen, 2010.
Participó en distintas antologías y tiene varios trabajos inéditos.

El texto publicado aquí, Hipermetropía fue Premio Itaú de Cuento Digital  2013
organizado por el grupo Alejandría:

http://www.fundacionitau.com.ar/wp-content/uploads/2013/11/ebook_2013.pdf