Tuerto Rey - Poesía y alrededores

en el archipiélago /
textos de aquí

Horacio Preler
/ El poeta de la mesura

 

El poeta de la mesura

“Escribo en el espacio de tranquilidad que la noche procura. Cuando hablo de la pobreza no hablo de una pobreza abstracta, yo he sido pobre. Cuando hablaba de la injusticia tampoco era abstracto, yo sabía lo que era sufrir la injusticia”. Horacio Preler.

El principio

“Ocurre que un día sin saberlo nos encontramos escribiendo poemas. Con el paso del tiempo y la vida, continúa la necesidad interior de insistir en esa tarea. En 1966, cuando publiqué mi primer libro de poesía en una oculta imprenta de La Plata, me vinculé con otros escritores e ingresé en ese inefable mundo de la literatura”.

Una generación

“La aparición de nuestra obra a partir de los años setenta y pico, le dio un tono diferente a la poesía de la ciudad de La Plata. La generación anterior, muy prestigiosa y muy valiosa, tenía unos contactos más directos con una poesía más romántica, en tanto que la poesía que empezamos a trabajar nosotros fue más con los hechos y las cosas concretas que nos rodeaban. El mundo a partir del año 70, y en especial en nuestra ciudad, fue diferente, vivimos episodios muy dramáticos, y eso, que puede o no aparecer reflejado en forma directa en la poesía, es un clima que está siempre presente. Esa angustia, esa intolerancia, esa sensación de inseguridad, marcó mucho a mi generación”.

Referentes

“A los referentes poéticos de mi obra no los conozco con certeza. Seguramente han influido en ella otros poetas, varios libros y muchos estilos. Todas las obras poéticas que uno lee están presentes en la tarea. La influencia de un clima poético resulta acorde a la propia sensibilidad y conforme a las vivencias individuales. Whitman, Eliot, Celan, Ungaretti y otros muchos se instalan en la memoria y en el corazón de quien tiene que expresarse con la palabra. Es una permanente búsqueda de un lenguaje propio”.

El sentido de un premio

“Siento que en todo caso este premio es una respuesta a mi obligación fundamental: ser auténtico conmigo mismo. Fui coherente en cuanto a trabajar silenciosamente pero con firmeza, buscando nuevos elementos. Este es un reconocimiento que agradezco a esa lucha y lo mejor es que lo puedo compartir con mis amigos. Esto me corrobora que siempre al final hay un reconocimiento al trabajo si se hace con autenticidad”.

Discurso de agradecimiento
Premio Academia Argentina de Letras
2001-2003

“Amigos: Desde hace mucho tiempo he intentado develar el misterio de la poesía, quería descubrir el mundo de las cosas sencillas, quizá por eso comencé a escribir. En el fondo, buscaba hallar mi verdadera identidad en el universo por demás inestable del poema. Intenté penetrar en las cosas por medio de la palabra, pero solamente pude rozarlas. Pero insistí y, en esa búsqueda, en ese peregrinar, la encontré, casi sin querer, en el aserrín que caía cuando mi padre cortaba grandes tablones de madera con los que fabricaba muebles. La encontré, después, en las aulas y pasillos del viejo Colegio Nacional y en el antiguo tranvía que pasaba frente a mi casa, en el barrio sur. La encontré, luego, en las plazas, en los árboles y en las calles de la ciudad que amo y, también, más adelante, en otros espacios y en otros tiempos, cuando el descubrimiento del amor nos hacía reír y llorar sin motivo. Sospecho que deben existir otros lugares donde se esconde la poesía.

En tanto, la vida pasaba afuera, en las calles, donde se debatía una existencia dolorosa y se acrecentaba el desamparo. Los hombres pasaban con sus sueños a cuestas y con su carga de injusticias.


Me he preguntado muchas veces si el poeta tiene un rol que cumplir en la sociedad y respondí que sí. De toda obra verdadera se desprende, quizá imperceptiblemente, el clima de la época, porque no se pueden ignorar las vicisitudes de una sociedad vulnerable.

Pero considero que su obligación principal es con su autenticidad, con la belleza y con el lenguaje. Su condición humana lo obliga a analizar sus experiencias y examinar el mundo que lo rodea. Se encuentra como protagonista de una historia desconocida y caótica, partiendo de un orden natural que no alcanza a comprender. El misterio de la poesía nace del asombro de experimentar ese mundo por medio de la palabra, circunstancia que se impone al poema mismo y que tiene una trascendencia que aborda y ahonda poderes extraños.

¿Será este el tema de la poesía? Cada poema es una pregunta sin respuesta. No obstante, hay que poner manos a la obra y elaborar, construir, hablar, hablar hasta que el lenguaje lastime el silencio y pueda soportar la oscuridad de lo humano.

Sin embargo, a veces, en el horizonte aparecen faros, algunos faros que alumbran nuestra intemperie. Son los pensadores, los creadores, los líricos que trabajan siempre solos. Señala Gottfried Benn: “esos faros, como los llaman los franceses, esas figuras que iluminan por largo tiempo el mar de la creación, pero permanecen ellos en tinieblas”.

Como dije antes, desde hace mucho, he intentado develar el misterio de la poesía y no he podido. Finalmente opté por la paciencia: esperar el poema. Y en esto he pasado toda mi vida.

Deseo agradecer a todos su presencia. Agradecer a los distinguidos escritores y amigos llegados de La Plata, a los prestigiosos poetas y escritores de esta ciudad de Buenos Aires, en especial, a los integrantes de la agrupación Antonio Aliberti, con quienes he compartido muchas noches de poesía en un viejo café del barrio Montserrat y, fundamentalmente, a mi familia, que me ha acompañado siempre, a mis hijos, que me han apoyado en esta tarea de recrear los sueños más altos que un hombre puede tener.”

Poemas

Esquinas

La ciudad tiene esquinas
en la distancia exacta, esquinas diagramadas,
hechas para contar las calles,
para saber por dónde pasamos,
dónde han quedado los objetos perdidos.
Sirven también para obtener recodos,
simetrías, espejos,
para seguir de largo o esperar
mirando el umbral, la vereda,
el agua que se pierde.
Luego, cuando la noche le pisa los talones
la esquina se duerme en cualquier parte,
debajo de algún árbol, en una plaza sola,
en una habitación, en algún cementerio.
(De “Lo real, nuestra casa”, 1991)

Penurias Personales

Cuando las penurias personales son una compañía
definitiva hay que despertar sonriendo
en la mañana. Siempre los aposentos
han cautivado la imaginación
y han demorado la ternura.
A veces descubrimos que existe la verdad
y el misterio. Entonces asoman los mendigos
del alma
poniendo la mano sobre la coyuntura
de los párpados.
El ojo desnudo empieza a verter una lágrima,
una sola y enorme lágrima que cae al piso,
corre hasta la puerta y continúa por la calle
donde algún transeúnte, fugazmente, se detiene
sin creer lo que ve, pensando que el dolor
es una extraña criatura que se devora todo.
(De “Lo real, nuestra casa”, 1991)

La hierba

Hierba, hermana,
te vi crecer en el invierno y el otoño,
en la primavera y el estío.
Tu color era desigual
y tu costado, leve.
Había un hoyo en nuestra casa
y en él ahogábamos a los visitantes.

Hierba, hermana de la noche,
crecida hacia el mismo lugar,
forma de amar,
tiempo donde la semilla húmeda,
fustigada por la mentira,
soñaba hasta la madrugada.

Hierba, hermana mía,
lo oscuro te pertenece.
(De “Silencio de Hierba”, 2003)

Cerca de mí

Cerca de mí,
todo está cerca de mí.
Los libros de la vitrina,
las hojas en blanco
y las reminiscencias de la noche.
Cerca está la vida despojada,
los recuerdos que estructuran el alma
y la mirada que partió.
Cerca, muy cerca está la lluvia,
la solitaria lluvia.
(De “Aquello que uno ama”, 2006)

Horacio Preler

Horacio Preler

Horacio Preler, La Plata, 1929-2015. Abogado, poeta. Es autor de “Institución de la tristeza” (1966), “Lo abstracto y lo concreto” (1973), “La razón migratoria” (1977), “El ojo y la piedra” (1981), “Lo real, nuestra casa” (1991), “Oscura memoria” (1992), “Zona de entendimiento” (1999), “Silencio de hierba” (2001), “Casa vacía” (2003), “Aquello que uno ama” (2006) y La vida se interroga (2012). Recibió el Premio Consagración de la provincia de Buenos Aires y el Premio Academia Argentina de Letras correspondiente al trienio 2001-2003, por su libro Silencio de Hierba. Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías, tales como: "Poetas Argentinos Contemporáneos" (1993) y "Cinque poeti argentini" (1997).

Transcribo aquí fragmentos de una entrevista a Horacio Preler realizada para la Biblioteca López Merino de La Plata en diciembre de 2004 con motivo de haber obtenido el Premio Academia Argentina de Letras 2001-2003; más abajo, el discurso pronunciado en esa oportunidad.
Entrevista y texto permanecían guardados, aquí aparecen, a modo de homenaje y agradecimiento.
Sandra, 2010.