Tuerto Rey - Poesía y alrededores

poesía, magia y alrededores /
de la literatura universal

María Alicia Uriondo
/ Hans Castorp o El corazón de las cenizas

 

Pensamientos alrededor de La montaña mágica de Thomas Mann

 

Es vocación, es llamado, escuchar la voz que pide ser escrita. De un solo trazo la escritura  pide ser, pide el des-ocultamiento  de un Dolor-Temblor. Fueron varias. Son varias las formas para entrar en el cuerpo-mundo de La Montaña Mágica. Pero, tratándose de un texto tan complejo por su construcción ficcional, paralela al universo de lo real, elegir la voz que  late con más fuerza y nos invita a participar de su creación, en la diseminación de lo no dicho y lo dicho por  Thomas Mann, es casi imposible. 


La voz que elegimos, es la voz de Hans Castorp; voz que se resiste a una ausencia. No es la única, sin embargo. Lo que en la vida de los personajes de La Montaña Mágica permanece, a pesar de la enfermedad y de la muerte, es el íntimo y persistente  viaje de cada uno de los habitantes de Davos Platz, como cuerpo de palabras y gestos definitivos, como sombras agitadas a punto de celebrar la Ascensión, como cendre, metafhore ou metonymie de soi.


Qué otra cosa decir. Cuánto no sabemos de los otros. Cuánto nos atrevemos a conocer. El vivir juntos en la comunidad-sanatorio-clausura en lo alto de la montaña, implica, deshacer un lenguaje, un cuerpo: olvidar lo que fuimos. Olvida, marcándose a fuego Hans Castorp, en el conocimiento  del ser. Finalmente,  preparé pour la jouissance muette, se ahonda en la materia lírica del amor,  haciéndose enfermedad.
 

Entrar en el sanatorio, condice un desacuerdo. Debe olvidar como dice el texto bíblico, padre, hermano y mundo. Debe salir, debe acompañar a otro en su viaje, debe echar a correr, alejar de sí lo conocido perturbador. Arriesgarse  a experimentar el instante de la Eternidad. Pero la Eternidad requiere un fuego. Pur est le mot. Puro es el nombre de Hans Castorp. Puro su cuerpo. Puro su lenguaje. Il appelle un feu.

Las aquileas, la melancolía, el deleite del amor, el paso de las estaciones que como cuerpo se detienen en un solo instante, una suerte de viaje donde el tiempo se detiene, dónde cada pasajero de Davos Platz hace su propia individuación. El éxtasis que envuelve a Hans Castorp es el éxtasis que lo llevará a su propia ascensión espiritual Cuerpo joven y bello. Inocente. Sabemos, lo intuimos, que Hans Castorp es el sitio de la inminente ceniza.
 

Interrogamos una vez, otra vez: ¿está aún aquí la ceniza del cuerpo  de Hans Castorp, en la página que escribimos, en el mapa que trazamos, en la letra que sangra? ¿Y antes, mucho antes en el cuerpo-lenguaje de Thomas Mann?  ¿Lo estuvo alguna vez? Y con J. Derrida, acompañando al joven Castorp con su Feu la Cendre, nos abismamos, andando los siete capítulos de La Montaña Mágica:



La cendre n´ est plus ici. Y fut elle jamais?



Hans Castorp, se dona como cuerpo vivo, en Belleza de aquileas, en un gesto que nos conmueve, como si de aquileas fuese el corazón de las cenizas.

María Alicia Uriondo

María Alicia Uriondo

María Alicia Uriondo. La Plata, 1955. Es profesora en Letras (UNLP), escritora, narradora y poeta. Está finalizando un posgrado en Letras en la UCALP.  Publicó La puerta del cielo (Libros de tierra firme, 2006) y Las banderas de la luz (Botella al mar, 1996). Participa en distintas antologías, tiene una nouvelle inédita, Los desamparados y una novela en construcción: Ecuador, Palestina, Irlanda. Obtuvo distintos premios y coordinas talleres de escritura creativa en La Plata y City Bell. Ha realizado estudios sobre literatura medieval, cine y guión de cine, áreas a las cuales también se dedica.