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Verónica Aranda
/ El Cairo y otros poemas

El Cairo


Quise ser escritora en un hotel de El Cairo.
Me hubiera recluido en esa alcoba
de cortinas corinto que filtraban
la luminosidad entre las once
y las tres de la tarde y, a intervalos,
la llamada ancestral del muecín.

Me hubiera recluido en ese estado
de languidez creativa
que es la literatura, y entre estrofas
e introspección ir hacia la ventana
y observar las pirámides, midiendo
esa distancia exacta
entre lo milenario y la renuncia.

Y aplazar el momento de entrar en la ciudad
cubierta de monóxido, entrevista
desde las fortalezas,
y en el Khan el Jalili
entrar en un café a matar la tarde,
donde fuman narguile
los personajes de Naguib Mahfuz.

De Postal de Olvido (El Gaviero, Almería, 2010)

 

Ocio


Bajo un sol de manadas de gacelas
observo a los barberos a la sombra
de un inmenso pipal y el rostro enjuto
del vendedor de lichis y los ojos
casi cegados de la niña albina.

El ocio se asemeja a los almuerzos
a principios de abril en una calle
con puestos de fritura y a la ropa
que tiende una muchacha desgarbada.

Ayuna al sur mi soledad expuesta,
en el lugar exacto donde embisten los búfalos.

De Cortes de luz (Rialp, Madrid, 2010)

 

Llegada

 

Supe que estaba en India,
no me hizo falta mapa, ni brújula, ni labios
que me anunciaran la palabra India.
Lo supe, nada más, y todo se hizo pleno,
se instaló en el diván de los sentidos,
escanció plenitud sobre mis copas.

Supe que estaba en India,
me recibió su denso olor a especias,
sus tonos rojos, su infinita seda
y me cegó su luz azafranada,
la luz del más intenso mediodía
que no volví a sentir en otros puertos.

Y aparecieron las primeras vacas,
el asiático verde de la higuera,
los primeros niñitos andrajosos
aquel rumor de cláxones y voces.

Y por la nueva Delhi,
por largas avenidas de embajadas,
supe que estaba en India
y comenzó el paisaje de mi asombro.

 


Templo hindú

 

La noche iba trepando
por cúpulas y torres,
huyendo de los cuervos y los huecos.
Dentro, por las estancias,
las mantras repicaban su hipnótica
cadencia,
los dioses sonreían impasibles,
llenos de colorido y oropeles,
frente a un fértil paisaje
de ofrendas y de incienso.
Ociosos y lejanos como globos
que una níña soltara descuidada.

(De Poeta en India)

 

 

 

Verónica Aranda

Verónica Aranda

Verónica Aranda. Nació en Madrid, España en 1982. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad Complutense. Ha realizado estudios de doctorado en la Universidad Jawaharlal Nehru de Nueva Delhi, becada por el Gobierno indio entre 2006 y 2008.
Ha recibido los premios de poesía Joaquín Benito de Lucas, Antonio Carvajal de Poesía Joven, José Agustín Goytisolo, Arte Joven de la Comunidad de Madrid y Margarita Hierro y el Accésit del Adonáis 2009, entre otros. Ha publicado los poemarios: Poeta en India (Melibea, 2005) ,Tatuaje (Hiperión, 2005) y Alfama (Centro de poesía José Hierro, 2009). Postal de olvido (2010, El Gaviero, Almería) y Cortes de luz (Rialp) Durante el curso 2005-2006 disfrutó de una beca de creación en la Fundación Antonio Gala para jóvenes creadores (Córdoba). Ha traducido al castellano poesía portuguesa contemporánea y al poeta nepalí Yuyutsu RD Sharma, Poemas de los Himalayas. Colabora en varias revistas de creación literaria.
En la actualidad reside en Tánger, donde trabaja en el área de cultura del Instituto Cervantes.