Tuerto Rey - Poesía y alrededores

en el archipiélago /
textos de aquí

Norma Etcheverry
/ Poemas de "País niño"

Leyendas de Bohemia
 


Si la casa está en silencio
puedo escuchar
los cuentos y leyendas de Bohemia
que la abuela de ojos transparentes
nos contaba para hacernos sonreír.
Decía que las brujas son capaces
de todo tipo de males,
como chupar las hojas de las plantas
hasta secarlas
o hacer que las vacas dejen de pronto
de dar leche.
Por eso los hombres de mi aldea
se reunían en la plaza,
disparaban al cielo con sus escopetas
y daban latigazos al aire para espantarlas,
colocaban guirnaldas verdes en las fachadas
o plantaban abedules en los jardines.

A la abuela le gustaba recordar
que si un muchacho
se enamoraba de una muchacha
debía plantar abedules,
como promesa de matrimonio
y para alejar los males de la casa.

 

Camino de la escuela
 


Caminábamos casi diez cuadras
por inciertas veredas,
muy temprano, a la mañana.
El agua se escarchaba sobre la superficie
de las zanjas
nos asomábamos
peligrosamente al borde
para quebrarlo
con la punta del pie.
El viento helado en los ojos nos hacía llorar,
la nariz y las orejas se nos congelaban,
pero nos divertía sentir el frío y nos gustaban
las sensaciones del invierno.
Como el mate cocido con leche
del primer recreo,
junto a los chicos de un barrio
donde todas las casas se parecían entre sí.
 


Alfonsina y nosotras

 

Ella de piedra miraba al mar,
y nosotras alrededor de ella.
Ella de carne entró en el mar,
como quien hace un camino con sus pasos
y simplemente se va.
Desmesurada loba la que talló en el aire
y se envolvió profunda,
en la voluptuosa seda del Atlántico.
Tomadas de la mano cantábamos “Estación”
y dibujábamos figuras en la arena.
Mis primas y yo
dejábamos caer poemas que todavía
no habíamos leído,
versos que la espuma se encargaba de asignarle
a nuestros cuerpos,
vacíos,
del verano.
 


Láska (Amor)

                                                                                  A Sandra Cornejo

 

Él todavía bebe un último trago
y de su boca
el licor con sabor a bosques pasa a mis labios.
Puedo nombrar sin decir palabra
todos los árboles
que rodean a los montes Sumava:
las hayas y los pinos y los abetos rojos
y también
todas las especies de hierbas que crecen
en las lagunas pantanosas de Lednické
Rybniky, allá en el borde,
cerca de la frontera con Austria.
Tomadas de la mano cantábamos
y dejábamos
caer promesas.
Nunca imaginamos que el amor podría decirse
alguna vez
en una lengua extranjera.

 

Amigo de al lado

 

Tenía un Winco y escuchaba Léon Gieco,
le gustaban los Beatles,
adorábamos la banda de caballos cansados
y a su padre campesino.
Nos robábamos besos entre los alambrados
sin saber.

En la puerta de su casa,
sentados sobre el tronco que hacía las veces
de banquito,
esperábamos
a que volviera a sonar el tocadiscos.

 

 
 
 

Norma Etcheverry

Norma Etcheverry

Norma Etcheverry nació en 1963 en  Ranchos, provincia de Buenos Aires. Reside en la ciudad de La Plata, Argentina, donde estudió Periodismo y  Letras y Filosofía. Ha editado Máscaras del Tiempo (1998), Aspaldiko (2002), La ojera de las vanidades y otros poemas, (2010), Lo manifiesto y lo latente (Colección de Poesía “Cuadernos Orquestados”), La Vida Leve (2015) y País niño (2019). Compiló La isla escrita antología de poetas cubanos, presentada en la Feria del Libro de La Habana. Ha participado en talleres y encuentros de poesía en el país, y el extranjero. Actualmente, trabaja en Autóctonas y exóticas, proyecto literario que cuenta con el apoyo del Fondo Nacional de las Artes. Estos poemas pertenecen a su reciente libro País niño (Proyecto Hybris Ediciones, 2019).