Tuerto Rey - Poesía y alrededores

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Vicente Costantini
/ Julia

JULIA

 

                                                               A Sofi
                                                                Así supimos
                                                                no que había
                                                                                       para nosotros
                                                                                                             otro mundo
                                                                sino que éste no era real             
                                                                  Juan José Saer



 

cuando murió mi abuelo
conseguimos un ataúd simple
bien pulido
de una sola madera

el abuelo
no quería
uno de esos decorados
siempre pidió
sencillez en todas las cosas
y el velorio fue en una funeraria
porque nuestra casa quedaba chica
pero también fue sencillo
sin flores
ni esas cosas que no le hubieran gustado
sólo sus buenos amigos
del barrio
de toda la vida
y dos amigas mías
acompañándome


cuando estábamos por salir
mi abuela pidió verlo
porque
el ataúd había estado cerrado
durante el velorio
yo no sé
será una cosa de las viudas
y subió ella sola
con mi viejo
yo no quise subir a verlo


después de pasar su niñez
jugando entre los ataúdes
de la funeraria de su padre
ayudando con cara solemne
los días en que había velorio
con el único traje de niño
hecho a medida
en todo el pueblo
mi abuelo había aprendido

quería despojar el rito al máximo
reducirlo a la esencia
a lo más simple y lo más importante

supongo que por eso pidió que lo cremásemos


después del velorio
y del cortejo fúnebre
quedamos sólo nosotros
nos hicieron pasar a un livingcito
sobrio
y despojado
como si cualquier cosa
hasta el más mínimo detalle
pudiera ser un insulto para los que partieron

del crematorio propiamente dicho
nos separaban dos puertas plateadas
de hierro o aluminio creo que eran
yo no podía creer que estuviésemos en el mismo cuarto
contiguos

como nadie hablaba
se escuchaba hasta el más mínimo ruido
los pasos de los empleados
los movimientos del cajón
y después un sonido mecánico
y el ruido uniforme
calculado
del fuego

nunca voy a olvidar
el olor
–es un olor muy raro–
y el ruido
ambos se colaban por las puertas plateadas

creo que superaban cualquier cosa que pudieran ver mis ojos
nunca voy a poder describirlos
con palabras


no debemos haber estado
más de veinte minutos
en el crematorio
pero yo siento como si pudiera recordar cada segundo

y de ese cajón
con el cuerpo que nunca quise ver
nos entregaron una cajita
–y no era todo homogéneo
como en las películas
tenía
cenizas y pedacitos de hueso–
yo no podía creer
que una persona entrase así
en una cajita


fuimos al río
a Punta Lara
con los restos
como mi abuelo quería

me acuerdo
que el día estaba lindo
y se nubló a la tarde


mi viejo
abrió la cajita
con las cenizas y los pedacitos de hueso
mi viejo
aunque no era su papá
sino su suegro
y lo tiró al río

y me acuerdo que nos quedamos ahí
en silencio
un rato largo

después nos fuimos a casa
y antes de llegar
compramos unas facturas
y las tomamos con mate
para no estar tan tristes
 

Vicente Costantini

Vicente Costantini

Vicente Costantini nació en Buenos Aires en 1981. Se recibió de Profesor y Licenciado en Letras en la Universidad de Buenos Aires. Asistió durante siete años al taller literario de Santiago Espel. Ha escrito tres libros infantiles para la colección “Argentinitas”: Esta es Jacinta, Jacinta aprende y La Argentina de Jacinta (2007). En 2012 publicó su primer libro de poesía, Diario de la nuez (Ediciones La Carta de Oliver). Se dedica a la docencia y a la coordinación de talleres literarios. Actualmente reside en la ciudad de La Plata.Pueden hallarse algunos de sus textos inéditos en el blog: http://alcobranes.blogspot.com