Tuerto Rey - Poesía y alrededores

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textos de aquí

Adrián Ferrero
/ Poemas encabalgados/inédito

 

I.Letanía de verdugos

cuando me golpeó por
primera vez
algo incierta esa primera
y
sus manos se
posaron sobre mi cuello como
dos mariposas negras
sin una mancha de polen
ocre
sólo en ese
momento supe
que había dejado
y ahora habitaba otro
confín


india morena soy
caoba y hueso,
agua, tierra colorada y cedrón
la Mesopotamia era un terruño que olía
a la grasa de
peces asados a las brasas
y redes de fibra de caña
mis pies descalzos caminaban sobre la
gramilla verde fresca lenta
dejó de serlo el día
en que llegaron ellos
irrumpieron sin trompetas
pero eso sí,
con sus armaduras de hojalata
y algún que otro arcabuz
mataron a mis hijos y a
mi hombre
uno a uno
en una hilera perfecta
quemaron  la aldea
que sucumbió sin resistencia
con cierto orden
se alimentaron con el maíz
cosechado por manos de barro
se chuparon mis senos secos
me violaron lentamente
sentí cuando entraban por el olor
de la sangre
lento, ese olor lento de la sangre
sólo pude contestar con dos
lágrimas que no mojaron mi
cara
ni fueron lluvia


la tarde que entraron a robarnos
se llevaron el tesoro de muchas generaciones
pero sobre todo el collar de la
abuela Manuelita
con quien tanto quería
que se la lleven
pensé, sin rencor,
los maldigo
para ellos serán sólo cuentas de vidrio
como para Pizarro
los brazaletes y las esclavas que
portaban la incas en sus antebrazos


nos dijeron que nos quedáramos quietos
debajo de la cama
sin pestañear sin
hacer ruido sin roernos las uñas
somos buenos judíos de Berlín
almidonados y
debidamente tenderos de la judería
mientras nos tragamos esta pelusa
no podemos ni llorar del pánico
porque hay en el aire un rumor de magnolias
y escuchamos el portazo de cuando se los llevaban a
papá y a mamá
salimos
la casa casi muerta 
casi seca, casi ebria
cementerio marino
¿adónde iremos ahora? ¿de quién seremos
carroña si todavía no cumplimos los trece
para el baarmitzba?

No tengo techo y me bebo la lluvia
Como gotera
Cuando me ensucia porque se moja con mi
mugre
mi cabeza otra que blanco-canosa
albina ya
como chacal reviso bolsas y muerdo
lo que otros tiran
desde ese Burguer King
Escucho la palabra “roñoso” cuando
Pronunciada
Por alguna respetuosa dama
Con piedad o con venganza
yo hago lo único que sé: comer sobras
acumulo bolsas y trapos que huelen cloaca
gris perla
y me arropa una frazada vieja llena de agujeros
que encontré en un arbolito
este es mi árbol
me digo
es hora
de irse a dormir sin sueño
El tiza es el color
De mis sueños

II. Manos

1.

Siempre habrá una mano
dispuesta a lastimarnos
aguijón compás aguja herida
Siempre habrá una mano
dispuesta al apretón
Que nos retire
De la salvaje intemperie
Entre ambas manos
Que no se frotan
yaciendo
Estamos nosotros
Agazapados como codornices o
Abuchonados pavos reales
Jactándose de un poder
Que sólo a tornasol desmiente
Su cresta
Como lebreles temerosos del temperamento del rayo
O lobos
Lobos grises
Lobos de ojos azules
-convengamos que lo agreste hinca-
dispuestos a repetir una mordida
Entre ambas manos
Esa la que hiere
Esa la que aprieta
Otra vez nosotros
Trazando una línea
Divisoria
¿Qué dominios?
¿O será acaso pezuña,
Ya no mano, ya no zarpa?

2.

Negros de mierda
Negros de mierda
Murmura la mujer obesa
Anciana dama
Llena de canutillos
Y de bultos
Recién llegada del super
que
Mientras sube como oruga
las escaleras de su departamento
Con ínfulas de astronauta de la NASA
Escogido entre una elite de expertos
Agita sus caderas desvencijadas
La raíz negra del pelo,
Lo ocre del rubio sobre negro
rubio amostazado
rubio maíz
Quizás amarillo huevo
¿tanto esmero para designar la cabeza de una vieja?
O no
Quizás esa mezcla patética de olor a vejez
Antisépticos
Que se guardan en el botiquín
Con agujas hipodérmicas
Siempre por las dudas
Mujer de cierta edad
De cierto orden
Que cuando se pretende negarla
Huele a cadáver
Su marido
Eco de un eco
En la bonanza
Madura aletargado unos duraznos
El bastón yace inmundo junto a la puerta
Como el paraguas de un Dios miope
Con esa patrona de estancia
Que no acredita una sola hectárea
Cerremos
¿el negro, es acaso el de su pelo que con tinturas procura,
Taimada, disimular un alma inútil?
Sí, de esos crímenes hablo
Delitos de pequeña mesura
Los que debidamente esconde debajo de la alfombra persa
Con arabescos plateados
o, finalmente, el de su pérfida lengua que no habla sino de tesoros
Los que no tiene y por eso desprecia
deprecia
Bien tapados como sus lunares
debajo de ampulosas
polleras
con olor a miseria
su propio negro
lleva la marca en el orillo
y se acomoda en la
cama matrimonial
como si alguien alguna vez
durmiera a su lado
sin darse vuelta
contra la pared
para no verla
para mirar
las manchas de humedad
mientras adivina figuras
como en un tapiz

 

 


 

Adrián Ferrero

Adrián Ferrero

Adrián Ferrero nació en La Plata en 1970. Se graduó como Prof., Lic. y Dr. en Letras en la UNLP, donde trabaja. Ha publicado trabajos académicos en EEUU, Alemania, Francia, Israel, España, Brasil y Chile.  Editó los libros Verse (cuentos, 2000), Cantares (poemario, 2005) y, en carácter de editor, Obra crítica de Gustavo Vulcano (publicación de trabajos académicos In memorian, 2005). Cuentos suyos han aparecido en publicaciones académicas de EEUU y México, tanto en español como en traducción al inglés, así como en antologías colectivas. Ha sido traducido al inglés por Small Beer Press (NY & Boston). Siguió cursos y seminarios de escritura con María Negroni, Leopoldo Brizuela, Gabriel Báñez y Graciela Falbo.