Osvaldo Ballina
/ Poemas de "El día mayor"

El día mayor
nace
en el hueco
de tu mano
una isla
de apretadas naranjas
que reafirma
potestades secretas
donde
el compromiso
ajeno
con una realidad
impuesta
en nuestra burla,
libertad
sujeta a la madera
que nos enseña
a amar
el acero
plegaria alta
sobre estas
miserias cotidianas
y pensándonos
nos traducimos
en gracia natural
uniéndonos
con los duendes
de la historia
a través
de actos
que alaban
a la vida
como nadar
desnudos
bajo el sol
que no sabe
de angustias
mientras madura
el corazón
errante
en la playa
desierta.
Quizás
toda nuestra fe
radique
en lograr
ese fervor
esa furia
que fuerce
nuestra elección
entre destinos
inciertos
y enemigos naturales.

…

Temprano
hemos visto
las barcas
de los pescadores
desplegarse
en el horizonte
listas
para sorprender
peces.
Aquí,
en el puerto,
comienza el futuro
cuando el alimento
marino
ríe y baila
en las redes
y los hombres
cantan su fiesta de mar.
Porque en el puerto,
amor,
todos somos uno
aunque yo escriba
estas palabras,
acaricie tu cabello
y no tenga la nobleza
de los pescadores.
Pero algo nuevo
rompe en mí
al sentir
las venas constantes
del puerto
hermanándome
con todo y todos,
desdeñando en mí
el aparte
reclamándome
junto a ti
en la lucha inicial.

…

También el mar
nos vio juntos
en su esplendor de bestia.
Una red nocturna
de arena nos detuvo,
nos desgarró el alma
y ojos antiguos
nos cantaron leyendas
desde el abyecto secreto
de las aguas rituales.
Todo el mundo
era fría  bocanada
de creciente soledad.
Pero había otro mundo:
las palabras diarias,
el rostro de mi madre,
la sencillez de tu ropa,
el poema que olvidamos,
el vino que compartimos.
Todo era tan vivo, tan nuestro,
tan efímero y definitivo,
nos debíamos a tantos,
que fieles a la vida
despreciamos
la mágica hostilidad
del mar.

…

El invierno
convoca
leyendas
recluidas
en el corazón
de tantos amigos.
Por instantes,
el propósito
de nuestras vida
pareciera cumplido,
limpio de toda inútil
artesanía.
La noche persevera
en conjeturas
y suicidios cotidianos,
y ocurre luego
que nuestra juventud
nos redime
con las máscaras
de la suprema fertilidad.