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Lidia Rocha
/ Sobre "Si es puñal que me mate" de Inés Manzano

Sobre "Si es puñal que me mate", de Inés Manzano
(Papeles del Boulevard, 2011)


Hace ya unos años, creo que fue en 2008, recibí unos comentarios de una poeta rosarina que había asistido a la Semana de las letras y la lectura en Rosario. Entre todos los poetas ella destacaba a Inés Manzano porque la había conmovido especialmente. Decía: “una selección de palabras y sintaxis inusual que, unido a que recita de memoria, me resultó estimulante, movilizador. Todos agobiaron con una larga serie de antecedentes, ella aún permanece inédita. Todos agobiaron con esa poesía que hemos leído y escuchado cientos de veces, con palabras usuales y sintaxis usuales. Ella fue la brisa de la tardecita en un día de calor”.

La brisa de la tardecita en un día de calor.

Aunque tantos reclamaban la presencia de un libro de Inés, la tarea de convencerla de publicar sus poemas no fue fácil. Discreta y misteriosa poco nos deja conocer sobre su biografía. Sabemos, sin embargo, que trabaja como maestra bibliotecaria, que estudió literatura en la Universidad de Buenos Aires y ha coordinado talleres de filosofía para niños. Fue una de las coordinadoras del taller literario “El tren de la palabra”. Inés sostiene desde comienzos del milenio el ciclo de poesía Interiores poetas del país, gracias a lo cual los poetas de las provincias han logrado un espacio para ser escuchados en Buenos Aires y participa en la organización de los festivales de poesía del Centro de la Cooperación y de la Feria y el Libro: “con la esperanza de que más poetas del interior puedan hacer circular su obra”.

Aunque elusiva sobre su vida y renuente a la publicación, Inés ha sido siempre fácil de encontrar, porque asiste a casi todos los ciclos de poesía porteños y a varios de otras ciudades, por lo que parece estar dotada de cierta ubicuidad, que tal vez sea uno de sus dones mágicos.

Antes de la edición impresa, sin biografía ni ensayos críticos o comentarios sobre su obra, había que recurrir a la memoria auditiva. A esas palabras que nos quedaban rondando en los oídos, después de que Inés decía sus poemas de memoria. ¿Cómo olvidar sus frases?: No es para mí el pulso apaciguado/ Debajo de la hierba/ se sacian los leopardos de palabras hirientes/ Cuando yo era pequeña jugaba con sus crías / Nos olíamos/ con lujuria y torpeza/ Malparados/ Había que atreverse:/ ni belleza/ ni alivio (De: que respires todavía). Una mujer que desde pequeña jugaba con crías de leopardo, que aún conseguía ajustar su cabeza entre los dientes y cantar sin sentido nos parecía algo extraordinario. La fuerza en la fragilidad.

Cuando insistimos demasiado en conocer su edad, ella nos respondió poéticamente: Dame una edad / porque me pierdo / que sea angosta y sola / para mi pie / que toda vez que tiembla / reconoce el camino / y se desvía/ Dame una edad/ a cambio / de las monedas breves / bajo el labio / que al mínimo trasluz / se parte y huye / o se concede / Dame una edad / como mi amante / intemporal y áspera /  en un cuerpo / que repare el infierno / que te ofrezca la carne /  y el insomnio / Dame una edad / que me destruya / que se aloje sin freno /entre los huesos / que derrote a las otras /que arremeta /  Una edad / sin medida / del daño (de La que no parezco).
Y después nació ese poema, con el que todos la identificamos y nos identificamos: Que alguien me libre / del gesto disciplinado del bonsái / que se acurruca / para no herir el aura / que rodea su frente / Que alguien me libre / del rigor de ser hija de los dioses / sacrificada / por hacerse a la idea / del dedo que la asfixia / Que alguien me libre / de buscar redención en el silencio / Que mis manos / desconozcan el orden que me obliga / Que alguien me libre / de agachar la cabeza para ser coronada / Yo tengo la avaricia del lenguaje (de Que alguien me libre). El estilo poético de esta avara del lenguaje -pura pasión, sensibilidad y palabra justa hacía escuela.

Durante años tratamos de convencerla de que sus seguidores nos merecíamos leer sus obras. “¿Y para cuándo el libro?” Insistíamos. No había caso. Para uno de sus cumpleaños me tomé el atrevimiento de volcar unos poemas suyos a un tríptico. No se enojó y lo tomó, incluso, con alegría. Era un comienzo prometedor. Cansados de preguntarle a Inés, quienes aman sus poemas nos preguntaban a sus amigos: “¿Y para cuándo el libro de Inés Manzano?”, “¿Y para cuándo el libro de Inés Manzano?” repetían.

Entonces, en un segundo atrevimiento me dirigí a Papeles del Boulevard, una editorial de Rosario, esa ciudad donde residen tantos amigos de  Inés, me parecía acorde a su federalismo y a su onda. Pero ella no se decidía. Así que se formó una avanzada: Zulema Rotili, Alfredo Luna y Gerardo Curiá afrontaron la doble aventura de la edición del libro y de convencer a Inés de su publicación. Juro que fue arduo. Llevó dos años más de gestación. Finalmente tuvimos la dicha de ver su nacimiento en 2011, con esa hermosa tapa de la Serie de las Corazas de Diana Eskenazi. A su presentación en Buenos Aires acudieron poetas de las más diversas tribus. Reunir tal vez sea alguno de los dones mágicos de Inés.

El libro había salido por fin con el decidido título “Si es puñal que me mate”. Este logro tuvo mucho de confabulación, de plan secreto, de encerrona. Inés no pudo resistir el asedio del amor y bajó las barreras. Luego vino un cuidadoso trabajo de metamorfosis, porque pasar de la oralidad (para la cual los poemas eran siempre un apunte, una especie de machete siempre a tiempo de ser modificados, rehechos, trasmutados) a la escritura, que parece atar las palabras a la página, fue una tarea realizada minuciosamente y sometida a muchas miradas, opiniones, decires.

De todo aquello quedó este libro pequeño y concentrado, en el que sigue predominando el ritmo y la cadencia, hijos de la oralidad. Apareció articulado en tres partes: Si es puñal, Del asedio la música y Cerca mío. Contiene esta tercera parte una deliberada violación a la sintaxis en el título (cerca mío y no “cerca de mí”, como indica la normativa: “porque mío es más cerca”, dice Inés) y opta por el poema en prosa, sin claudicar respecto a la decisión que aplaudirían los formalistas rusos: el ritmo como principio constructivo: “Ese canto, que se entrega –temerario- a mis voces, es más ávido, que el desierto del agua, que la nieve del fuego. Es un canto, que ha venido de lejos a golpearme las penas; que me derrumba en Palliri y me enarbola danzando como una mariposa popular (de Fragmentos. Un cantor al oído).

Danzando como una mariposa popular.

Así es Inés. Le pregunté, un poco en broma, si se consideraba una poeta social. Me reservaba, en mis argumentos, su poema La victoria de la víspera, en el que la victoria guarda: un parentesco secreto / con el rostro descarado/ de una muchacha en La Matanza/ en Samotracia/ con los dedos en V. Allí mismo afirma que nuestro poder reside en tenernos a mano. Iba a mencionar su poema de amor a Carlos Fuente Alba o de amor filial al Che Guevara en La escuelita de la higuera. Y hubiese podido seguir argumentando, pero Inés no negó a su mariposa popular, ni a la victoria triunfante con los dos dedos en v… ni que su lirismo estuviese alejado de una posición política.

Quienes hablan de la dulzura del canto de Inés deben haberse sorprendido con el puñal que sacó desde su acento para dejar que corte desde el título. No niego su dulzura, sólo quiero recordar su costado salvaje. Para Fredy Yezzed el filo de su puñal es más cortante cuando da voz a las niñas violadas en En el asombro. ¿A quién podrían haber engañado las violetas, las fragancias, los remansos? Inés nos avisaba desde hacía años: Había que atreverse.

Y así es: hay que atreverse a llegar hasta el fondo del canto de esta voz líricamente apasionada. Que se deja tocar por las emociones fuertes. Que atraviesa con el filo de la poesía porque está atravesada por ese filo y por la vida, por el amor, por la amistad, por la muerte.

Quienes han sido cortados, rasguñados al menos, por el puñal que Inés dulcemente firme empuña con su voz también saben que, escondido en el temblor de una mano demasiado sensible, en la potencia de un corazón apasionado, hay siempre una sonrisa y una risa también. Los poemas de Inés se ríen de mí cuando me dice en español antiguo que no cree tampoco en mi dulzura o cuando en Touché nos muestra las tantas maneras con las que nos tocamos.

Así es esta poeta. Podemos hablar de su obra una y otra vez. Y siempre habrá un lugar diferente desde donde iniciar la aventura de escuchar y leer.


Lidia Rocha
(La Plata, Ciclo de poesía Tuerto rey, 2013)
 

Lidia Rocha

Lidia Rocha

Lidia Rocha nació en Trenque Lauquen, Bs As, Argentina. Vive en Buenos Aires. Es Profesora de Literatura y escritora. Publicó los libros de poesía Aves migratorias (2006) y Roma (con ilustraciones de Ariel Román) en 2010. Formó parte del Plan de Lectura Leer es crecer y realizó el ciclo Poesía en el living de Recoleta. Coordina, con Gerardo Curiá, el ciclo Literatura Viva, café literario.

Lidia Rocha y Gerardo Curiá, Blog: www.valknutr.blogspot.com
Web: www.gerardodavidcuria.com.ar
Radio: Moebius. Jueves de 21 a 22 en www.arinfo.com.ar

Los encuentros del Ciclo de poesía Tuerto rey 2013 estuvieron
organizados por María Laura Fernández Berro, Alejandra Parra, Alicia Uriondo
y Sandra Cornejo.