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Abel Robino
/ Lo que fuga hable de mí

Abel Robino/Lo que fuga hable de mí
 

por Sandra Cornejo
(para Aquí La Plata,
http://issuu.com/aqui_la_plata/docs/nro46julio2012)


Tomemos tu estar en el mundo como un movimiento continuo. Me pregunto, este hecho, en tu caso ¿podría considerarse como producto del azar o dictamen del destino?

Para contestarte esta pregunta tengo que contarte algo que recordé hace un largo tiempo. Te lo resumo, en un pequeño relato llamado familia de pasaje para que entiendas lo que yo considero mi ADN.
He oído que mi abuelo paterno, calabrés de 96 años, cuando se entre dormía en su silla bajo el sol, despertaba diciendo “creí que había regresado”. Y si le preguntabas mientras trabajaba “che fai nono”, él mascullaba, “cosa passagiera”. Todo es pasajero cuando se está como aquel tano, esperando regresar allí donde lo llevaba su siesta. Además, mi abuelo materno, arriero de ganado, pasaba tres meses para llegar a destino y tres meses para regresar. Su saludo era su biografía. “Me estoy yendo”.

Cierto vértigo, un deslizarte entre la poesía, la plástica, las mega-exposiciones, los viajes, te arrancan de una manera premeditada de la rutina, ¿es esa la intención? ¿Correr el eje? ¿Cambiar el horizonte? ¿Buscar nueva orilla?

Sigo aquí con el tema de mi linaje, algo que se lleva con uno, que de alguna manera lo determina: ese primo hermano ladrón, cuando la familia le cuestionaba el porqué de esos delitos sucesivos, el respondía: “solo me siento vivo cuando me persiguen”. Lo escuché, como también escuché de un tío gorila que se exilo en épocas del primer gobierno de Perón en Uruguay, “para no estar lejos de Buenos Aires para seguir tomando mate y fanfarroneando desde la otra orilla para no perder la costumbre de visitar el interior viviendo en Montevideo”. Cuando los amigos lo cargaban diciéndole que su exilio era un exilio de cabotaje respondía. “Lloré como si hubiese estado en Alaska”. De estas historias quedaron en mí solo la deserción, la contramarcha, el pasaje permanente, los lugares de los bordes, lo que yo llamaría lugares stalkers, la lisiere. Los desterrados del centro, lo que fuga, sin duda, hablen de mí.

Antes de irte te tocaron tiempos complejos, y además, la tuya era una actitud comprometida, o idealista (adjetivo que se condice más cuando hablamos de arte). En tal sentido ¿cuál es tu idea del cruce entre arte y política?

En la historia del arte, los cruces entre creación artística y política, arte y religión, arte y gastronomía o arte y deporte, son frecuentes, nombrar o explicar el acto creativo a partir de estas disciplinas o actividades, suenan a detalles o a infortunios del intento racional de pretender clasificar o justificar ciertas obras. Es necesario hacer la salvedad que ninguna gran idea salvará un mal cuadro, de la misma manera que una obra maestra jamás justificará idea alguna por mas demencial, retrógrada o perfecta que ella sea, visto así, pareciese claro, qué es obra y qué es política. Sin embargo, existen obras donde todavía se ve la denuncia en primera instancia.

Respecto de este tema ¿En cuál texto, en cuál obra te detendrías? Tuyo y/o de otros.

El Guernica por ejemplo, obra comprometido con la denuncia de la injusticia, de la barbarie y comprometida también, y fundamentalmente, con el arte. Personalmente me ha parecido un intento magnifico de tiempo y espacio, de cómo un tipo logra introducir un siglo dentro de 20 días de trabajo, un siglo que aun no había finalizado en el momento de concretar el cuadro. Espacio donde se muestra, entre otras cosas, la fuerza oscura bestial de lo irracional hiriendo de muerte la fuerza noble, el dolor de una mujer perdiendo su hijo, el ciclo natural en el que los hijos entierran a sus padres, roto, y lo insalvable plasmado con los condimentos de siempre: pánico, desesperación, alguien nos vuelve a hablar de lo mismo como si lo hubiésemos olvidado, verdades fundamentales percibidas desde otro ángulo: los griegos nos chamuyan al oído en el español malagueño. El pintor recurriendo a elementos escasos: grises, trazos rápidos, como escribiendo con lo que tenía a mano alzada porque era urgente, acaso las bombas caían también en el atelier de Pablo Picasso, probable. No sé si él lo calculó o no. Poco importa, el carácter de urgencia esta logrado y desde esa característica la obra bascula del lado de la denuncia del decirlo ya, de la arenga, del grito último, porque el tiempo urge, entonces aquí la obra es más política que plástica, esa bella sopa sigue siendo el Guernica, quizá con el tiempo veamos sólo un cuadro. Por ahora déjenme respetar, la sangre aún está fresca.

No hace mucho, en La Plata, te pregunté acerca de tu mirada sobre Europa, cuán diferente era ese mundo respecto del nuestro, por qué. Ahora te pregunto qué ves en Argentina.

No es sencillo hablar de este tipo de temas sobre todo cuando estamos inmersos en ambas orillas. En realidad aquí quisiera aclarar algunos malos entendidos, ya que a lo largo de la nota hemos hablado tanto de arte como de políticas. Quisiera aclarar que en los 70 en La plata uno de los grupos que resistió públicamente la dictadura, fue el grupo Latencia, les guste o no a muchos ahora, actitud casi natural en un grupo de jóvenes empecinados, qué otra cosa se le puede pedir a la juventud, ¿no es cierto? Y pienso más, en esos años, el cruce entre política y arte fue determinante, unos escribían en contra abiertamente, otros tomaban temas más simbólicos, otros callaban. Pero todos, siempre soportan la carga de lo que está ocurriendo. El artista es quien percibe, quien observa, quien padece especialmente. No importa la geografía. Igualmente, en lo que hace al arte específicamente, si es lo que querías preguntarme, te diría que veo mucha repetición, pero con ciertos toques locales, y no está mal que sea así.

¿En tal sentido hay, generalmente, un centro, una periferia?

Todavía no nos hemos emancipado demasiado de los grandes centros, incluso en conceptos, por ejemplo hace poco leo que en un muro donde se expresaban libremente, en el Gran Buenos Aires, la Municipalidad del lugar llamó a un concurso de grafitis para tapar esas pintadas. Fíjate el concepto de grafitis americano inglés que imponen las cumbres de las decisiones, triunfa en nuestra clásica pintada. Por qué no llamarle a nuestros trabajos sobre muros, pintadas. Simplemente. Yo preconicé desde un doctorado recapitular y volver a nombrar o por lo menos abrir la discusión sobre si grafitis o pintadas, si instalaciones u ocupaciones de terrenos, si performance o actos relámpagos, street art o arte callejero, dado que en apariencia hablamos de lo mismo, pero no lo hacemos los mismos, ni en los mismos lugares, ni curtimos la misma historia, nuestros críticos deberían tomar carta en este asunto.

En tu poema Extraído del carnet de las reencarnaciones decís al final “Ahora, como liendre, aspiro a recalentar mi sangre/en otra sangre, a poner fin a mi aventura en el más/dulce de todos los venenos la última muerte”. ¿Es el arte un puerto seguro?

Acerca de este poema, no hace mucho, alguien que padece un cáncer me dijo "leí ese texto anoche, anoche fui liendre". Esas palabras suenan más poéticas que el propio texto y de eso está hecha la poesía, de un escalón que nos lleva hacia una palabra mejor.

 

Abel Robino

Abel Robino

Abel Robino es artista plástico, poeta, editor, y de alguna manera, desde esta labor, patrocina una especie de mecenazgo poético. Se radicó en París en 1982, pero siempre regresa, a La Plata, a Pergamino (ciudad en la que nació en 1952) y a diversos puntos del país. Su intercambio con CABA es profundo, al punto que ideó, junto con Diego Pittaluga, su FaubourgBuenosAires, un sitio-espacio que considera “nuestro Buenos Aires imaginario en París, y viceversa”. Estudió Pintura en la UNLP y luego se especializó en nuevas tecnologías (disciplina que aplica al arte en general). Recorre el mundo sin tregua. De ese ir y venir sin enraizar, de sus viejos ideales que no cambian y apenas mutan, trata esta nota, hecha un poco a mano y de a “gajos”, concepto que él practica especialmente.

Foto: "Matar esa garganta que no supo hablar de poesía", imagen del poeta ralizada por Francisco Javier Lorenzo Yubero.